Blogia
altermediambiente

Cambio Social y Nueva Civilización

Hacia La Declaración Universal de los Derechos Humanos

 

Hacia la Declaración Universal de los Derechos de la Naturaleza

 

En los Derechos de la Naturaleza el centro está puesto en la Naturaleza. Esta vale por sí misma, independientemente de la utilidad o usos del ser humano, que forma parte de la Naturaleza.  

La compleja construcción de un proyecto de vida en común 

Toda Constitución sintetiza un momento histórico. En toda Constitución se cristalizan procesos sociales acumulados. Y en toda Constitución se plasma una determinada forma de entender la vida. Una Constitución, sin embargo, no hace a una sociedad. Es la sociedad la que elabora la Constitución y la adopta casi como una hoja de ruta. Una Constitución, más allá de su indudable trascendencia jurídica, es ante todo un proyecto político de vida en común, que debe ser puesto en vigencia con el concurso activo de la sociedad. 

Desde esta perspectiva, la Constitución ecuatoriana -construida colectivamente en los años 2007 y 2008-, fiel a las demandas acumuladas en la sociedad, consecuente con las expectativas creadas, responsable con los retos globales, se proyecta como medio e incluso como un fin para dar paso a cambios estructurales. En su contenido afloran múltiples definiciones para impulsar transformaciones de fondo, a partir de propuestas construidas a lo largo de muchas décadas de resistencias y de luchas sociales. Transformaciones, muchas veces, imposibles de aceptar (e inclusive de entender) por parte de los constitucionalistas tradicionales y de quienes a la postre ven como sus privilegios están en peligro. Una de esas “novedades” se plasma en los Derechos de la Naturaleza. 

La Naturaleza en el centro del debate 

La acumulación material -mecanicista e interminable de bienes-, apoltronada en “el utilitarismo antropocéntrico sobre la Naturaleza”- al decir del uruguayo Eduardo Gudynas-, no tiene futuro. Los límites de los estilos de vida sustentados en esta visión ideológica del progreso son cada vez más notables y preocupantes. No se puede seguir asumiendo a la Naturaleza como un factor de producción para el crecimiento económico o como un simple objeto de las políticas de desarrollo. 

Esto nos conduce a aceptar que la Naturaleza, en tanto término conceptualizado por los seres humanos, debe ser reinterpretada y revisada íntegramente. Para empezar la humanidad no está fuera de la Naturaleza. La visión dominante, incluso al definir la Naturaleza sin considerar a la humanidad como parte integral de la misma, ha abierto la puerta para dominarla y manipularla. Se le ha transformado en recursos o en “capital natural” a ser explotados. Cuando, en realidad, la Naturaleza puede existir sin seres humanos… 

En este punto hay que rescatar las dimensiones de la sustentabilidad. Esta exige una nueva ética para organizar la vida misma. Un paso clave, los objetivos económicos deben estar subordinados a las leyes de funcionamiento de los sistemas naturales, sin perder de vista el respeto a la dignidad humana y la mejoría de la calidad de vida de las personas. 

Un proceso histórico de ampliación de los derechos 

A lo largo de la historia, cada ampliación de los derechos fue anteriormente impensable. La emancipación de los esclavos o la extensión de los derechos civiles a los afroamericanos, a las mujeres y a los niños fueron una vez rechazadas por los grupos dominantes por ser consideradas como un absurdo. Para la abolición de la esclavitud se requería que se reconozca “el derecho de tener derechos”, lo que exigía un esfuerzo político para cambiar aquellas leyes que negaban esos derechos. Para liberar a la Naturaleza de esta condición de sujeto sin derechos o de simple objeto de propiedad, es entonces necesario un esfuerzo político que reconozca que la Naturaleza es sujeto de derechos. Este aspecto es fundamental si aceptamos que todos los seres vivos tienen el mismo derecho ontológico a la vida. 

Esta lucha de liberación es, ante todo, un esfuerzo político que empieza por reconocer que el sistema capitalista destruye sus propias condiciones biofísicas de existencia. Dotarle de Derechos a la Naturaleza significa, entonces, alentar políticamente su paso de objeto a sujeto, como parte de un proceso centenario de ampliación de los sujetos del derecho. Si se le aseguran derechos a la Naturaleza se consolida el “derecho a la existencia” de los propios seres humanos, como anotaba en 1988 el jurista suizo Jörg Leimbacher. 

Del actual antropocentrismo debemos transitar, al decir de Gudynas, al biocentrismo. Esto implica organizar la economía preservando la integridad de los procesos naturales, garantizando los flujos de energía y de materiales en la biosfera, sin dejar de preservar la biodiversidad. 

Estos planteamientos ubican con claridad por donde debería marchar la construcción de una nueva forma de organización de la sociedad. Pero, no será fácil. Sobre todo en la medida que ésta afecta los privilegios de los círculos de poder nacionales y transnacionales, éstos harán lo imposible para tratar de detener este proceso. Esta reacción, lamentablemente, también se nutre de algunas acciones y decisiones del gobierno de Rafael Correa, quien alentó con entusiasmo el proceso constituyente y la aprobación popular de la Constitución de Montecristi, pero que con algunas de las leyes aprobadas posteriormente, por ejemplo la Ley de Minería o la Ley de Soberanía Alimentaria, sin dar paso a la conformación del Estado plurinacional, en una suerte de contrarrevolución legal, atenta contra varios de los principios constitucionales. 

Una declaración pionera a nivel mundial 

Al reconocer a la Naturaleza como sujeto de derechos, en la búsqueda de ese necesario equilibrio entre la Naturaleza y las necesidades y derechos de los seres humanos, enmarcados en el principio del Buen Vivir, se supera la clásica versión jurídica. Y para conseguirlo nada mejor que diferenciar los Derechos Humanos de los Derechos de la Naturaleza, tal como lo plantea Gudynas. 

En los Derechos Humanos el centro está puesto en la persona. Se trata de una visión antropocéntrica. En los derechos políticos y sociales, es decir de primera y segunda generación, el Estado le reconoce a la ciudadanía esos derechos, como parte de una visión individualista e individualizadora. En los derechos económicos, culturales y ambientales, conocidos como derechos de tercera generación, se incluye el derecho a que los seres humanos gocen de condiciones sociales equitativas y de un medioambiente sano y no contaminado. Se procura evitar la pobreza y el deterioro ambiental. 

Los derechos de primera generación se enmarcan en la visión clásica de la justicia: imparcialidad ante la ley, garantías ciudadanas, etc. Para cristalizar los derechos económicos y sociales se da paso a la justicia re-distributiva o justicia social, orientada a resolver la pobreza. Los derechos de tercera generación configuran, además, la justicia ambiental, que atiende sobre todo demandas de grupos pobres y marginados en defensa de la calidad de sus condiciones de vida afectada por destrozos ambientales. En estos casos, cuando hay daños ambientales, los seres humanos pueden ser indemnizados, reparados y/o compensados. 

En los Derechos de la Naturaleza el centro está puesto en la Naturaleza. Esta vale por sí misma, independientemente de la utilidad o usos del ser humano, que forma parte de la Naturaleza. Esto es lo que representa una visión biocéntrica. Estos derechos no defienden una Naturaleza intocada, que nos lleve, por ejemplo, a dejar de tener cultivos, pesca o ganadería. Estos derechos defienden mantener los sistemas de vida, los conjuntos de vida. Su atención se fija en los ecosistemas, en las colectividades, no en los individuos. Se puede comer carne, pescado y granos, por ejemplo, mientras me asegure que quedan ecosistemas funcionando con sus especies nativas. 

A los Derechos de la Naturaleza se los llama derechos ecológicos para diferenciarlos de los derechos ambientales de la opción anterior. En la nueva Constitución ecuatoriana -no así en la boliviana- estos derechos aparecen en forma explícita como Derechos de la Naturaleza, así como derechos para proteger las especies amenazadas y las áreas naturales o restaurar las áreas degradadas. También es trascendente la incorporación del término Pacha Mama, como sinónimo de Naturaleza, en tanto reconocimiento de interculturalidad y plurinacionalidad. 

En este campo, la justicia ecológica pretende asegurar la persistencia y sobrevivencia de las especies y sus ecosistemas, como redes de vida. Esta justicia es independiente de la justicia ambiental. No es de su incumbencia la indemnización a los humanos por el daño ambiental. Se expresa en la restauración de los ecosistemas afectados. En realidad se deben aplicar simultáneamente las dos justicias: la ambiental para las personas, y la ecológica para la Naturaleza. 

Siguiendo con las reflexiones de Gudynas, los Derechos de la Naturaleza necesitan y a la vez originan otro tipo de definición de ciudadanía, que se construye en lo social pero también en lo ambiental. Estas ciudadanías son plurales, ya que dependen de las historias y de los ambientes, acogen criterios de justicia ecológica que superan la visión tradicional de justicia.  

La proyección de los Derechos de la Naturaleza 

De los Derechos de la Naturaleza, asumidos en la Constitución ecuatoriana, se derivan decisiones trascendentales. Uno clave tiene que ver con procesos de desmercantilización de la Naturaleza, como han sido la privatización del agua, así como de sus sistemas de distribución y abastecimiento. Igualmente se exige la eliminación de criterios mercantiles para utilizar los servicios ambientales. La restauración integral de los ecosistemas degradados es otro de los pasos revolucionarios adoptados. 

La soberanía alimentaria se transforma en eje conductor de las políticas agrarias e incluso de recuperación del verdadero patrimonio nacional: su biodiversidad. Incluso se reclama la necesidad de conseguir la soberanía energética, sin poner en riesgo la soberanía alimentaria o el equilibrio ecológico. 

Si aceptamos que es necesaria una nueva ética para reorganizar la vida en el planeta, resulta indispensable agregar a la justicia social y la justicia ambiental, la justicia ecológica. En otras palabras, los Derechos Humanos se complementan con los Derechos de la Naturaleza, y viceversa.  

De los Andes al mundo 

El mandato de los Derechos de la Naturaleza nos invita a pensar y realizar una integración regional de nuevo cuño. Y desde esta perspectiva, desde Nuestra América habrá que levantar la tesis de una pronta Declaración Universal de los Derechos de la Naturaleza, compromiso que podrá encontrar un espaldarazo en el marco de la Conferencia Mundial de los Pueblos sobre el Cambio Climático y los Derechos de la Madre Tierra, convocada por el presidente Evo Morales. 

Nuestra responsabilidad es grande y compleja. Al tiempo que condenamos los sistemas y las prácticas depredadoras forjadas en el capitalismo metropolitano, debemos condenar por igual y superar las diversas formas de extractivismo que consolidan la sumisión de nuestros países en el mercado mundial, en tanto productores y exportadores de materias primas. Este extractivismo, para nada superado en nuestros países, seguirá hundiendo en la miseria a los pueblos y agravando los problemas ambientales. 

En suma, está en juego el Buen Vivir (sumak kausay o suma qamaña), relacionado estrechamente con los Derechos de la Naturaleza. Estos derechos, sumados a los Derechos Humanos, nos conminan a construir democráticamente sociedades sustentables. Y esas sociedades se lograrán a partir de ciudadanías plurales pensadas también desde lo ambiental, en las que el ser humano y las diversas colectividades de seres humanos coexistan en armonía con la Naturaleza.  

Alberto Acosta es un economista ecuatoriano. Profesor e investigador de la FLACSO. Consultor internacional. Ex-ministro de Energía y Minas. Ex-presidente de la Asamblea Constituyente de su país.


América Latina en Movimiento Nº 454, abril de 2010

Declaración de los Pueblos Por La Madre Tierra

 

Conferencia Mundial de los Pueblos sobre el Cambio Climático y los Derechos de la Madre Tierra Acuerdo de los Pueblos

 

Hoy, nuestra Madre Tierra está herida y el futuro de la humanidad está en peligro.

 

De incrementarse el calentamiento global en más de 2º C, a lo que nos conduciría el llamado “Entendimiento de Copenhague” existe el 50% de probabilidades de que los daños provocados a nuestra Madre Tierra sean totalmente irreversibles. Entre un 20% y un 30% de las especies estaría en peligro de desaparecer. Grandes extensiones de bosques serían afectadas, las sequías e inundaciones afectarían diferentes regiones del planeta, se extenderían los desiertos y se agravaría el derretimiento de los polos y los glaciares en los Andes y los Himalayas. Muchos Estados insulares desaparecerían y el África sufriría un incremento de la temperatura de más de 3º C. Así mismo, se reduciría la producción de alimentos en el mundo con efectos catastróficos para la supervivencia de los habitantes de vastas regiones del planeta, y se incrementaría de forma dramática el número de hambrientos en el mundo, que ya sobrepasa la cifra de 1.020 millones de personas.

 

Las corporaciones y los gobiernos de los países denominados “más desarrollados”, en complicidad con un segmento de la comunidad científica, nos ponen a discutir el cambio climático como un problema reducido a la elevación de la temperatura sin cuestionar la causa que es el sistema capitalista.

 

Confrontamos la crisis terminal del modelo civilizatorio patriarcal basado en el sometimiento y destrucción de seres humanos y naturaleza que se aceleró con la revolución industrial.

 

El sistema capitalista nos ha impuesto una lógica de competencia, progreso y crecimiento ilimitado. Este régimen de producción y consumo busca la ganancia sin límites, separando al ser humano de la naturaleza, estableciendo una lógica de dominación sobre ésta, convirtiendo todo en mercancía: el agua, la tierra, el genoma humano, las culturas ancestrales, la biodiversidad, la justicia, la ética, los derechos de los pueblos, la muerte y la vida misma.

 

Bajo el capitalismo, la Madre Tierra se convierte en fuente sólo de materias primas y los seres humanos en medios de producción y consumidores, en personas que valen por lo que tienen y no por lo que son.

 

El capitalismo requiere una potente industria militar para su proceso de acumulación y el control de territorios y recursos naturales, reprimiendo la resistencia de los pueblos. Se trata de un sistema imperialista de colonización del planeta.

 

La humanidad está frente a una gran disyuntiva: continuar por el camino del capitalismo, la depredación y la muerte, o emprender el camino de la armonía con la naturaleza y el respeto a la vida.

 

Requerimos forjar un nuevo sistema que restablezca la armonía con la naturaleza y entre los seres humanos. Sólo puede haber equilibrio con la naturaleza si hay equidad entre los seres humanos.

 

Planteamos a los pueblos del mundo la recuperación, revalorización y fortalecimiento de los conocimientos, sabidurías y prácticas ancestrales de los Pueblos Indígenas, afirmados en la vivencia y propuesta de “Vivir Bien”, reconociendo a la Madre Tierra como un ser vivo, con el cual tenemos una relación indivisible, interdependiente, complementaria y espiritual.

 

Para enfrentar el cambio climático debemos reconocer a la Madre Tierra como la fuente de la vida y forjar un nuevo sistema basado en los principios de:

 

 armonía y equilibrio entre todos y con todo

 complementariedad, solidaridad, y equidad

 bienestar colectivo y satisfacción de las necesidades fundamentales de todos en armonía con la Madre Tierra

 respeto a los Derechos de la Madre Tierra y a los Derechos Humanos

 reconocimiento del ser humano por lo que es y no por lo que tiene

 eliminación de toda forma de colonialismo, imperialismo e intervencionismo

 paz entre los pueblos y con la Madre Tierra.

 

 

El modelo que propugnamos no es de desarrollo destructivo ni ilimitado. Los países necesitan producir bienes y servicios para satisfacer las necesidades fundamentales de su población, pero de ninguna manera pueden continuar por este camino de desarrollo en el cual los países más ricos tienen una huella ecológica 5 veces más grande de lo que el planeta es capaz de soportar. En la actualidad ya se ha excedido en más de un 30% la capacidad del planeta para regenerarse. A este ritmo de sobreexplotación de nuestra Madre Tierra se necesitarían 2 planetas para el 2030.

 

En un sistema interdependiente del cual los seres humanos somos uno de sus componentes no es posible reconocer derechos solamente a la parte humana sin provocar un desequilibrio en todo el sistema. Para garantizar los derechos humanos y restablecer la armonía con la naturaleza es necesario reconocer y aplicar efectivamente los derechos de la Madre Tierra.

 

Para ello proponemos el proyecto adjunto de Declaración Universal de Derechos de la Madre Tierra en el cual se consignan:

 

 Derecho a la vida y a existir;

 Derecho a ser respetada;

 Derecho a la continuación de sus ciclos y procesos vitales libre de alteraciones humanas;

 Derecho a mantener su identidad e integridad como seres diferenciados, auto-regulados e interrelacionados;

 Derecho al agua como fuente de vida;

 Derecho al aire limpio;

 Derecho a la salud integral;

 Derecho a estar libre de la contaminación y polución, de desechos tóxicos y radioactivos;

 Derecho a no ser alterada genéticamente y modificada en su estructura amenazando su integridad o funcionamiento vital y saludable.

 Derecho a una restauración plena y pronta por las violaciones a los derechos reconocidos en esta Declaración causados por las actividades humanas.

 

 

La visión compartida es estabilizar las concentraciones de gases de efecto invernadero para hacer efectivo el Artículo 2 de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático que determina “la estabilización de las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera a un nivel que impida interferencias antropogénicas peligrosas para el sistema climático”. Nuestra visión es, sobre la base del principio de las responsabilidades históricas comunes pero diferenciadas, exigir que los países desarrollados se comprometan con metas cuantificadas de reducción de emisiones que permitan retornar las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera a 300 ppm y así, limitar el incremento de la temperatura media global a un nivel máximo de 1°C.

 

Enfatizando la necesidad de acción urgente para lograr esta visión, y con el apoyo de los pueblos, movimientos y países, los países desarrollados deberán comprometerse con metas ambiciosas de reducción de emisiones que permitan alcanzar objetivos a corto plazo, manteniendo nuestra visión a favor del equilibrio del sistema climático de la Tierra, de acuerdo al objetivo último de la Convención.

 

La “visión compartida” para la “Acción Cooperativa a Largo Plazo” no debe reducirse en la negociación de cambio climático a definir el límite en el incremento de la temperatura y la concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera, sino que debe comprender de manera integral y equilibrada un conjunto de medidas financieras, tecnológicas, de adaptación, de desarrollo de capacidades, de patrones de producción, consumo y otras esenciales como el reconocimiento de los derechos de la Madre Tierra para restablecer la armonía con la naturaleza.

 

Los países desarrollados, principales causantes del cambio climático, asumiendo su responsabilidad histórica y actual, deben reconocer y honrar su deuda climática en todas sus dimensiones, como base para una solución justa, efectiva y científica al cambio climático. En este marco exigimos a los países desarrollados que:

 

 Restablezcan a los países en desarrollo el espacio atmosférico que está ocupado por sus emisiones de gases de efecto invernadero. Esto implica la descolonización de la atmósfera mediante la reducción y absorción de sus emisiones.

 

 Asuman los costos y las necesidades de transferencia de tecnología de los países en desarrollo por la pérdida de oportunidades de desarrollo por vivir en un espacio atmosférico restringido.

 Se hagan responsables por los cientos de millones que tendrán que migrar por el cambio climático que han provocado y que eliminen sus políticas restrictivas de migración y ofrezcan a los migrantes una vida digna y con todos los derechos en sus países.

 Asuman la deuda de adaptación relacionadas a los impactos del cambio climático en los países en desarrollo proveyendo los medios para prevenir, minimizar y atender los daños que surgen de sus excesivas emisiones.

 

 Honren estas deudas como parte de una deuda mayor con la Madre Tierra adoptando y aplicando la Declaración Universal de los Derechos de la Madre Tierra en las Naciones Unidas.

 

 

El enfoque debe ser no solamente de compensación económica, sino principalmente de justicia restaurativa – es decir restituyendo la integridad a las personas y a los miembros que forman una comunidad de vida en la Tierra.

 

Deploramos el intento de un grupo de países de anular el Protocolo de Kioto el único instrumento legalmente vinculante específico para la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero de los países desarrollados.

 

Advertimos al mundo que no obstante estar obligados legalmente las emisiones de los países desarrollados en lugar de reducir, crecieron en un 11,2% entre 1990 y 2007.

 

Estados Unidos a causa del consumo ilimitado aumentó sus emisiones de GEI en 16,8% durante el periodo 1990 al 2007, emitiendo como promedio entre 20 y 23 toneladas anuales de COpor habitante, lo que representa más de 9 veces las emisiones correspondientes a un habitante promedio del Tercer Mundo, y más de 20 veces las emisiones de un habitante de África Subsahariana.

 

Rechazamos de manera absoluta el ilegitimo “Entendimiento de Copenhague”, que permite a estos países desarrollados ofertar reducciones insuficientes de gases de efecto invernadero, basadas en compromisos voluntarios e individuales, que violan la integridad ambiental de la Madre Tierra conduciéndonos a un aumento de alrededor de 4ºC.

 

La próxima Conferencia sobre Cambio Climático a realizarse a fines de año en México debe aprobar la enmienda al Protocolo de Kioto, para el segundo período de compromisos a iniciarse en 2013 a 2017 en el cual los países desarrollados deben comprometer reducciones domésticas significativas de al menos el 50% respecto al año base de 1990 sin incluir mercados de carbono u otros sistemas de desviación que enmascaran el incumplimiento de las reducciones reales de emisiones de gases de efecto invernadero.

 

Requerimos establecer primero una meta para el conjunto de los países desarrollados para luego realizar la asignación individual para cada país desarrollado en el marco de una comparación de esfuerzos entre cada uno de ellos, manteniendo así el sistema del Protocolo de Kioto para las reducciones de las emisiones.

 

Los Estados Unidos de América, en su carácter de único país de la Tierra del Anexo 1 que no ratificó el Protocolo de Kioto tiene una responsabilidad significativa ante todos los pueblos del mundo por cuanto debe ratificar el Protocolo de Kioto y comprometerse a respetar y dar cumplimiento a los objetivos de reducción de emisiones a escala de toda su economía.

 

Los pueblos tenemos los mismos derechos de protección ante los impactos del cambio climático y rechazamos la noción de adaptación al cambio climático entendida como la resignación a los impactos provocados por las emisiones históricas de los países desarrollados, quienes deben adaptar sus estilos de vida y de consumo ante esta emergencia planetaria. Nos vemos forzados a enfrentar los impactos del cambio climático, considerando la adaptación como un proceso y no como una imposición, y además como herramienta que sirva para contrarrestarlos, demostrando que es posible vivir en armonía bajo un modelo de vida distinto.

 

Es necesario construir un Fondo de Adaptación, como un fondo exclusivo para enfrentar el cambio climático como parte de un mecanismo financiero manejado y conducido de manera soberana, transparente y equitativa por nuestros Estados. Bajo este Fondo se debe valorar: los impactos y sus costos en países en desarrollo y las necesidades que estos impactos deriven, y registrar y monitorear el apoyo por parte de países desarrollados. Éste debe manejar además un mecanismo para el resarcimiento por daños por impactos ocurridos y futuros, por pérdida de oportunidades y la reposición por eventos climáticos extremos y graduales, y costos adicionales que podrían presentarse si nuestro planeta sobrepasa los umbrales ecológicos así como aquellos impactos que están frenando el derecho a Vivir Bien.

 

El “Entendimiento de Copenhague” impuesto sobre los países en desarrollo por algunos Estados, más allá de ofertar recursos insuficientes, pretende en si mismo dividir y enfrentar a los pueblos y pretende extorsionar a los países en desarrollo condicionando el acceso a recursos de adaptación a cambio de medidas de mitigación. Adicionalmente se establece como inaceptable que en los procesos de negociación internacional se intente categorizar a los países en desarrollo por su vulnerabilidad al cambio climático, generando disputas, desigualdades y segregaciones entre ellos.

 

El inmenso desafío que enfrentamos como humanidad para detener el calentamiento global y enfriar el planeta sólo se logrará llevando adelante una profunda transformación en la agricultura hacia un modelo sustentable de producción agrícola campesino e indígena/originario, y otros modelos y prácticas ancestrales ecológicas que contribuyan a solucionar el problema del cambio climático y aseguren la Soberanía Alimentaria, entendida como el derecho de los pueblos a controlar sus propias semillas, tierras, agua y la producción de alimentos, garantizando, a través de una producción en armonía con la Madre Tierra, local y culturalmente apropiada, el acceso de los pueblos a alimentos suficientes, variados y nutritivos en complementación con la Madre Tierra y profundizando la producción autónoma (participativa, comunitaria y compartida) de cada nación y pueblo.

 

El Cambio Climático ya está produciendo profundos impactos sobre la agricultura y los modos de vida de los pueblos indígenas/originarios y campesinos del mundo y estos impactos se irán agravando en el futuro.

 

El agro negocio a través de su modelo social, económico y cultural de producción capitalista globalizada y su lógica de producción de alimentos para el mercado y no para cumplir con el derecho a la alimentación, es una de las causas principales del cambio climático. Sus herramientas tecnológicas, comerciales y políticas no hacen más que profundizar la crisis climática e incrementar el hambre en el planeta. Por esta razón rechazamos los Tratados de Libre Comercio y Acuerdos de Asociación y toda forma de aplicación de los Derechos de Propiedad Intelectual sobre la vida, los paquetes tecnológicos actuales (agroquímicos, transgénicos) y aquellos que se ofrecen como falsas soluciones (agrocombustibles, geoingeniería, nanotecnología, tecnología Terminator y similares) que únicamente agudizarán la crisis actual.

 

Al mismo tiempo denunciamos como este modelo capitalista impone megaproyectos de infraestructura, invade territorios con proyectos extractivistas, privatiza y mercantiliza el agua y militariza los territorios expulsando a los pueblos indígenas y campesinos de sus territorios, impidiendo la Soberanía Alimentaria y profundizando la crisis socioambiental.

 

Exigimos reconocer el derecho de todos los pueblos, los seres vivos y la Madre Tierra a acceder y gozar del agua y apoyamos la propuesta del Gobierno de Bolivia para reconocer al agua como un Derecho Humano Fundamental.

 

La definición de bosque utilizada en las negociaciones de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, la cual incluye plantaciones, es inaceptable. Los monocultivos no son bosques. Por lo tanto, exigimos una definición para fines de negociación que reconozca los bosques nativos y la selva y la diversidad de los ecosistemas de la tierra.

 

La Declaración de la ONU sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas debe ser plenamente reconocida, implementada e integrada en las negociaciones de cambio climático. La mejor estrategia y acción para evitar la deforestación y degradación y proteger los bosques nativos y la selva es reconocer y garantizar los derechos colectivos de las tierras y territorios considerando especialmente que la mayoría de los bosques y selvas están en los territorios de pueblos y naciones indígenas, comunidades campesinas y tradicionales.

 

Condenamos los mecanismos de mercado, como el mecanismo de REDD (Reducción de emisiones por la deforestación y degradación de bosques) y sus versiones + y ++, que está violando la soberanía de los Pueblos y su derecho al consentimiento libre, previo e informado, así como a la soberanía de Estados nacionales, y viola los derechos, usos y costumbres de los Pueblos y los Derechos de la Naturaleza.

 

Los países contaminadores están obligados a transferir de manera directa los recursos económicos y tecnológicos para pagar la restauración y mantenimiento de los bosques y selvas, en favor de los pueblos y estructuras orgánicas ancestrales indígenas, originarias, campesinas. Esto deberá ser una compensación directa y adicional a las fuentes de financiamiento comprometidas por los países desarrollados, fuera del mercado de carbono y nunca sirviendo como las compensaciones de carbono (offsets).Demandamos a los países a detener las iniciativas locales en bosques y selvas basados en mecanismos de mercado y que proponen resultados inexistentes y condicionados. Exigimos a los gobiernos un programa mundial de restauración de bosques nativos y selvas, dirigido y administrado por los pueblos, implementando semillas forestales, frutales y de flora autóctona. Los gobiernos deben eliminar las concesiones forestales y apoyar la conservación del petróleo bajo la tierra y que se detenga urgentemente la explotación de hidrocarburos en las selvas.

 

Exigimos a los Estados que reconozcan, respeten y garanticen la efectiva aplicación de los estándares internacionales de derechos humanos y los derechos de los Pueblos Indígenas, en particular la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas, el Convenio 169 de la OIT, entre otros instrumentos pertinentes, en el marco de las negociaciones, políticas y medidas para resolver los desafíos planteados por el cambio climático. En especial, demandamos a los Estados a que reconozcan jurídicamente la preexistencia del derecho sobre nuestros territorios, tierras y recursos naturales para posibilitar y fortalecer nuestras formas tradicionales de vida y contribuir efectivamente a la solución del cambio climático.

 

Demandamos la plena y efectiva aplicación del derecho a la consulta, la participación y el consentimiento previo, libre e informado de los Pueblos Indígenas en todos los procesos de negociación así como en el diseño e implementación de las medidas relativas al cambio climático.

 

En la actualidad la degradación medioambiental y el cambio climático alcanzarán niveles críticos, siendo una de las principales consecuencias la migración interna así como internacional. Según algunas proyecciones en 1995 existían alrededor de 25 millones de migrantes climáticos, al presente se estima en 50 millones y las proyecciones para el año 2050 son de 200 a 1000 millones de personas que serán desplazadas por situaciones derivadas del cambio climático.

 

Los países desarrollados deben asumir la responsabilidad sobre los migrantes climáticos, acogiéndolos en sus territorios y reconociendo sus derechos fundamentales, a través de la firma de convenios internacionales que contemplen la definición de migrante climático para que todos los Estados acaten sus determinaciones.

 

Constituir un Tribunal Internacional de Conciencia para denunciar, hacer visible, documentar, juzgar y sancionar las violaciones de los derechos de los(s) migrantes, refugiados(as) y desplazados en los países de origen, tránsito y destino, identificando claramente las responsabilidades de los Estados, compañías y otros actores.

 

El financiamiento actual destinado a los países en desarrollo para cambio climático y la propuesta del Entendimiento de Copenhague son ínfimos. Los países desarrollados deben comprometer un financiamiento anual nuevo, adicional a la Ayuda Oficial al Desarrollo y de fuente pública, de al menos 6% de su PIB para enfrentar el cambio climático en los países en desarrollo. Esto es viable tomando en cuenta que gastan un monto similar en defensa nacional y destinaron 5 veces más para rescatar bancos y especuladores en quiebra, lo que cuestiona seriamente sus prioridades mundiales y su voluntad política. Este financiamiento debe ser directo, sin condicionamiento y no vulnerar la soberanía nacional ni la autodeterminación de las comunidades y grupos más afectados.

 

En vista de la ineficiencia del mecanismo actual, en la Conferencia de México se debe establecer un nuevo mecanismo de financiamiento que funcione bajo la autoridad de la Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre cambio Climático rindiendo cuentas a la misma, con una representación significativa de los países en desarrollo para garantizar el cumplimiento de los compromisos de financiamiento de los países Anexo 1.

 

Se ha constatado que los países desarrollados incrementaron sus emisiones en el periodo 1990 – 2007, no obstante haber manifestado que la reducción se vería sustancialmente coadyuvada con mecanismos de mercado.

 

El mercado de carbono se ha transformado en un negocio lucrativo, mercantilizando nuestra Madre Tierra, esto no representa una alternativa para afrontar el cambio climático, puesto que saquea, devasta la tierra, el agua e incluso la vida misma.

 

La reciente crisis financiera ha demostrado que el mercado es incapaz de regular el sistema financiero, que es frágil e inseguro ante la especulación y la aparición de agentes intermediarios, por lo tanto, sería una total irresponsabilidad dejar en sus manos el cuidado y protección de la propia existencia humana y de nuestra Madre Tierra.

 

Consideramos inadmisible que las negociaciones en curso pretendan la creación de nuevos mecanismos que amplíen y promuevan el mercado de carbono toda vez que los mecanismos existentes nunca resolvieron el problema del Cambio Climático ni se transformaron en acciones reales y directas en la reducción de gases de efecto invernadero.

 

Es imprescindible exigir el cumplimento de los compromisos asumidos por los países desarrollados en la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático respecto al desarrollo y transferencia de tecnología, así como rechazar la “vitrina tecnológica” propuesta por países desarrollados que solamente comercializan la tecnología. Es fundamental establecer los lineamientos para crear un mecanismo multilateral y multidisciplinario para el control participativo, la gestión y la evaluación continua del intercambio de tecnologías. Estas tecnologías deben ser útiles, limpias, y socialmente adecuadas. De igual manera es fundamental el establecimiento de un fondo de financiamiento e inventario de tecnologías apropiadas y liberadas de derechos de propiedad intelectual, en particular, de patentes que deben pasar de monopolios privados a ser de dominio público, de libre accesibilidad y bajo costo.

 

El conocimiento es universal, y por ningún motivo puede ser objeto de propiedad privada y de utilización privativa, como tampoco sus aplicaciones en forma de tecnologías. Es deber de los países desarrollados compartir su tecnología con países en desarrollo, crear centros de investigación para la creación de tecnologías e innovaciones propias, así como defender e impulsar su desarrollo y aplicación para el vivir bien. El mundo debe recuperar, aprender, reaprender los principios y enfoques del legado ancestral de sus pueblos originarios para detener la destrucción del planeta, así como los conocimientos y prácticas ancestrales y recuperación de la espiritualidad en la reinserción del vivir bien juntamente con la Madre Tierra.

 

Considerando la falta de voluntad política de los países desarrollados para cumplir de manera efectiva sus compromisos y obligaciones asumidos en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático y el Protocolo de Kioto, y frente a la inexistencia de una instancia legal internacional que prevenga y sancione todos aquellos delitos y crímenes climáticos y ambientales que atenten contra los derechos de la Madre Tierra y la humanidad, demandamos la creación de un Tribunal Internacional de Justicia Climática y Ambiental que tenga la capacidad jurídica vinculante de prevenir, juzgar y sancionar a los Estados, las Empresas y personas que por acción u omisión contaminen y provoquen el cambio climático.

 

Respaldar a los Estados que presenten demandas en la Corte Internacional de Justicia contra los países desarrollados que no cumplen con sus compromisos bajo la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático y el Protocolo de Kioto incluyendo sus compromisos de reducción de gases de efecto invernadero.

 

Instamos a los pueblos a proponer y promover una profunda reforma de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), para que todos sus Estados miembros cumplan las decisiones del Tribunal Internacional de Justicia Climática y Ambiental.

 

El futuro de la humanidad está en peligro y no podemos aceptar que un grupo de gobernantes de países desarrollados quieran definir por todos los países como lo intentaron hacer infructuosamente en la Conferencia de las Partes de Copenhague. Esta decisión nos compete a todos los pueblos. Por eso es necesaria la realización de un Referéndum Mundial, plebiscito o consulta popular, sobre el cambio Climático en el cuál todos seamos consultados sobre: el nivel de reducciones de emisiones que deben hacer los países desarrollados y las empresas transnacionales; el financiamiento que deben proveer los países desarrollados; la creación de un Tribunal Internacional de Justicia Climática; la necesidad de una Declaración Universal de Derechos de la Madre Tierra y; la necesidad de cambiar el actual sistema capitalista.

 

El proceso del Referéndum Mundial, plebiscito o consulta popular será fruto de un proceso de preparación que asegure el desarrollo exitoso del mismo.

 

Con el fin de coordinar nuestro accionar internacional e implementar los resultados del presente “Acuerdo de los Pueblos” llamamos a construir un Movimiento Mundial de los Pueblos por la Madre Tierra que se basará en los principios de complementariedad y respeto a la diversidad de origen y visiones de sus integrantes, constituyéndose en un espacio amplio y democrático de coordinación y articulación de acciones a nivel mundial.

 

Con tal propósito, adoptamos el plan de acción mundial adjunto para que en México los países desarrollados del Anexo 1 respeten el marco legal vigente y reduzcan sus emisiones de gases de efecto invernadero en un 50 % y se asuman las diferentes propuestas contenidas en este Acuerdo.

 

Finalmente, acordamos realizar la 2ª Conferencia Mundial de los Pueblos sobre el Cambio Climático y los Derechos de la Madre Tierra en el 2011 como parte de este proceso de construcción del Movimiento Mundial de los Pueblos por la Madre Tierra y para reaccionar frente a los resultados de la Conferencia de Cambio Climático que se realizará a fines de año en Cancún, México.

 

22 de Abril Cochabamba, Bolivia

Nuestra Forma de Alimentación Fomenta El Calentamiento Global, la Exclusión Social y la Hambruna

Cambio climático - El fracaso del sistema alimentario transnacional

 

 

10-10-09 Por GRAIN

La crisis climática implica que necesitamos cambios ¡ya! La organización de la sociedad en torno a la obtención de ganancias ha demostrado ser un sistema corrupto y necesitamos construir sistemas alternativos de producción y consumo, que se organicen de acuerdo a las necesidades de los pueblos y la vida en el planeta. La transformación de este sistema alimentario no ocurrirá mientras el poder de éste siga en manos de las corporaciones. Las fuerzas del cambio están en nuestras manos, en nuestras comunidades, que se organizan para recuperar el control sobre nuestros sistemas alimentarios y nuestros territorios.

 

 

El actual sistema alimentario mundial, con todas sus semillas de alta tecnología y sus bonitos paquetes, no es capaz de cumplir con su función principal: alimentar a las personas.

Este año más de mil millones de personas sufrirán hambre, mientras otros 500 millones sufrirán de problemas de obesidad. Tres cuartas partes de quienes no tienen suficiente qué comer serán campesinos y trabajadores rurales (los mismos que producen la comida), mientras un puñado de corporaciones agroindustriales que controlan la cadena alimentaria (aquéllas que deciden a dónde va el alimento) amasarán miles de millones de dólares en ganancias. Pese a su fracaso monumental, nada se dice en los corredores del poder de alejarnos de este estado de cosas. Enormes y crecientes movimientos sociales pueden clamar por un cambio, pero los gobiernos y las agencias internacionales del mundo siguen pujando por más de los mismo: más agronegocios, más agricultura industrial, más globalización. Conforme el planeta se mueve hacia un periodo acelerado de cambio climático, empujado, en gran medida, por este mismo modelo de agricultura, el no emprender acciones significativas empeorará con rapidez la ya de por sí intolerable situación. No obstante, en el movimiento global en pos de soberanía alimentaria hay una prometedora salida.

Ahora, los estudios científicos más actuales predicen que, si todo sigue igual, las temperaturas cada vez más elevadas, las condiciones climáticas extremas y los severos problemas de agua y suelos relacionados con ello llevarán a muchos más millones a las filas de los hambrientos. Conforme el crecimiento de la población aumente la demanda de alimentos, el cambio climático agotará nuestras capacidades para producirlos. Ciertos países que ya están luchando con severos problemas de hambre podrían ver su producción de alimentos reducida a la mitad antes de que finalice este siglo. Sin embargo, donde se reúnen las élites para hablar del cambio climático poco se dice acerca de tales efectos sobre la producción y el abastecimiento de alimentos, y mucho menos se hace para responder a ellos.

Hay otra arista de la interacción entre cambio climático y el sistema alimentario mundial que refuerza la necesidad urgente de acción. Este último no sólo es disfuncional y está muy mal preparado para enfrentar el cambio climático: es también uno de sus principales motores. El modelo de agricultura industrial que abastece al sistema alimentario mundial funciona esencialmente mediante la conversión de petróleo en comida, produciendo en el proceso cantidades enormes de gases con efecto de invernadero. El uso de inmensas cantidades de fertilizantes químicos, la expansión de la industria de la carne, y la destrucción de las sabanas y bosques del mundo para producir mercancías agrícolas son en conjunto responsables de por lo menos 30% de las emisiones de los gases que causan el cambio climático.(1)

Pero eso es sólo una parte de la contribución del actual sistema alimentario a la crisis climática. Convertir los alimentos en mercancías mundiales e industriales da como resultado una tremenda pérdida de energía fósil utilizada en transportarlas por el mundo, procesarlas, almacenarlas, congelarlas y llevarlas hasta los hogares de quienes las consumen. Todos estos procesos van contribuyendo a la cuenta climática. Cuando se suman todas, no es para nada una exageración decir que el actual sistema alimentario podría ser responsable de cerca de la mitad de las emisiones de los gases con efecto de invernadero.

Las razones para un cambio total del sistema alimentario mundial y la urgencia de tal cambio nunca han sido más claras. La gente por todas partes muestra una voluntad de cambio —sean consumidores que buscan alimentos locales o campesinos que bloquean carreteras en defensa de sus tierras. Lo que se pone como obstáculo es la estructura de poder —y esto, más que nada, es lo que necesita ser transformado.

Cinco pasos urgentes

1. Un viraje hacia métodos sustentables e integrados de producción. Las separaciones artificiales y las simplificaciones que trajo consigo la agricultura industrial deben deshacerse, y deben de reunirse de nuevo los diferentes elementos que conforman los sistemas agrícolas sustentables. Los cultivos y los animales deben reintegrarse de nuevo en la finca. La biodiversidad agrícola tiene que tornarse el fundamento de la producción alimentaria, una vez más, y el sistema de cuidado e intercambio de semillas debe reactivarse. Los fertilizantes y lo plaguicidas químicos deben sustituirse por formas naturales de mantener el suelo saludable y de controlar plagas y enfermedades. Reestructurar así el sistema alimentario ayudará a crear las condiciones que permitan emisiones cercanas a cero en las fincas.

2. Reconstituir el suelo y retener el agua. Tenemos que tomar el suelo en serio. Necesitamos un esfuerzo global masivo para volver a juntar materia orgánica en los suelos, y así devolverle fertilidad. Décadas de maltrato de suelos con químicos en algunos lugares, y la erosión de los suelos en otras partes, dejaron los suelos exhaustos. Los suelos saludables, ricos en materia orgánica, pueden retener enormes cantidades de agua, que serán necesarios para crearle las necesarias flexibilidad y aguante al sistema agrícola como para resistir las crisis climática y de agua que ya se ciernen sobre nosotros. Aumentar la materia orgánica en los suelos de todo el mundo ayudará a capturar cantidades sustanciales del actual exceso de CO2 que hay en la atmósfera.

3. Desindustrializar la agricultura, ahorrar energía y mantener a la gente en su tierra. La agricultura familiar en pequeña escala debe volver a ser el fundamento de la producción de alimentos. Haber permitido la enorme acumulación de empresas de agricultura mega-industrial que producen mercancías para el mercado internacional en lugar de comida para la gente, provoca ámbitos rurales vacíos, ciudades sobrepobladas y la destrucción de muchos modos de sustento y de cultura en el proceso. Desindustrializar la agricultura ayudaría también a terminar con el tremendo desperdicio de energía que ahora produce el sistema de agricultura industrial-

4. Cultivar en las inmediaciones y cortar el comercio internacional. Uno de los principios de la soberanía alimentaria es priorizar los mercados locales sobre el comercio internacional. El comercio internacional de alimentos en consorcio con industrias de procesamiento y supermercados en cadena son los principales contribuyentes a la crisis climática. Todo esto puede detenerse en gran medida y situar la cadena alimentaria en la producción de alimentos más orientada a los mercados locales. Lograr esto es probablemente la lucha más dura de todas, ya que el poder corporativo se ha concentrado en mantener el sistema de comercio creciendo y en expansión. Y muchos gobiernos están felices con esto. Algo que debe cambiar si somos serios en nuestra respuesta a la crisis climática.

5. Cortar la economía de la carne y buscar una dieta más sana. Tal vez la transformación más profunda y destructiva que conlleva el sistema alimentario industrial, es la industrialización del sector ganadero. Lo que solía ser una parte integral y sustentable de los modos de vida rurales, es ahora un sistema de fábricas mega-industriales de carne diseminadas por todo el mundo, controladas por unos cuantos. La economía de la carne a nivel internacional, que ha crecido cinco veces en las últimas décadas, contribuye a la crisis climática de un modo enorme. Ha ayudado a provocar el problema de obesidad en los países ricos, y ha destruido —mediante subsidios y comercio desleal— con la producción local de carne en los países pobres. Esto debe detenerse, y las tenencias de consumo, especialmente en los países ricos debe alejarse de la carne. El mundo necesita regresar a un sistema descentralizado de producción y distribución de carne, organizado de acuerdo a las necesidades de la gente. Deben restaurarse y recuperarse los mercados que surten carne a los mercados locales procedente de pequeñas fincas a precios justos. Debe de frenarse el comercio desleal internacional.

El pronóstico es de hambruna

En 2007, el Panel Internacional sobre Cambio Climático (picc) publicó su tan esperado informe sobre el estado del clima en la Tierra. El informe, aunque mostró en términos inequívocos que el calentamiento mundial era una realidad y señaló que era “muy probable” que los humanos fueran responsables de él, con cautela pronosticó que el planeta podría calentarse 0.2ºC por década si no se hacía nada para cambiar el curso de nuestras emisiones de gas con efecto de invernadero. El informe advirtió que hacia el fin del siglo un cambio de temperatura entre 2 y 4ºC podría producir incrementos dramáticos en los niveles del mar y una cascada de catástrofes por todo el planeta.

Ahora, apenas unos pocos años después, resulta que el picc fue demasiado optimista. El consenso científico actual es que habrá un aumento de 2ºC en las próximas décadas y que, si el escenario sigue siendo el de negocios como siempre, si no hay cambios, el planeta podría calentarse hasta en 8ºC hacia el año 2100, empujando las cosas a un punto de quiebre y profundizando lo que se describe como un cambio climático peligroso e irreversible (2). Ahora mismo, el impacto de las formas más suaves del cambio climático nos afectan fuertemente. Según el Foro Humanitario Global con sede en Ginebra, el cambio climático afecta seriamente a 325 millones de personas al año —315 mil de ellas mueren de hambre, enfermedades y desastres meteorológicos inducidos por el cambio climático (3). La predicción es que la cuota anual de muertes debidas al cambio climático llegue a medio millón para 2030, siendo afectada seriamente 10% de la población mundial.

El alimento está y estará en el centro de esta crisis climática en proceso. Todos están de acuerdo en que la producción agrícola tiene que continuar creciendo significativamente en las próximas décadas para mantenerse al día con el crecimiento demográfico. Pero es probable que el cambio climático ponga la producción agrícola en reversa. En el recuento más exhaustivo (a la fecha) de los estudios que delinean los impactos del calentamiento mundial en la agricultura, William Cline calcula que, si las tendencias siguen igual, para el año 2080, el cambio climático reducirá el potencial de producción de la agricultura mundial en más de 3% respecto al actual. Los países en desarrollo serán los más afectados, con una caída de 9.1% de su potencial de producción agrícola. África enfrentará un descenso de 16.6%. Son números horrorosos, pero, como admite Cline, los impactos reales podrían ser mucho peores. (4)

Una debilidad importante de las proyecciones del picc y de otros, cuando se trata de la agricultura, es que sus predicciones aceptan la teoría de la “fertilización por carbono” que arguye que los altos niveles de co2 en la atmósfera acentuarán la fotosíntesis en muchos cultivos clave y dispararán sus rendimientos. Estudios recientes muestran que este potencial es en gran medida un espejismo. No es sólo que cualquier aceleración inicial del crecimiento disminuya significativamente después de pocos días o semanas, sino que el aumento de co2 reduce el nitrógeno y las proteínas en las hojas en más de un 12%. Esto significa que, con el cambio climático, para los humanos habrá menos proteínas en los principales cereales, como el trigo y el arroz. Habrá también menos nitrógeno para los insectos, lo que es importante ya que los insectos comerán una superficie mayor de las hojas y lo que provocará reducciones significativas en los rendimientos. (5)

Cuando Cline hizo los cálculos sin considerar la supuesta fertilización por carbono los resultados fueron aún más alarmantes. Los rendimientos mundiales bajarían 16% para 2080, y las caídas regionales serían de un 24.3% en América Latina, 19.3% en Asia y 27.5% en África. Los rendimientos se reducirían en un 38% en India, y más de un 50% en Senegal y Sudán. (6)

Pero incluso esta aterradora predicción podría quedarse corta. El estudio de Cline, al igual que el informe del picc y otros informes que abordan el cambio climático y la agricultura, no toman en cuenta la crisis del agua asociada con el cambio climático. Hoy, 2 400 millones de personas viven en ambientes con una dura escasez de agua y las predicciones recientes hablan de que aumentarán a 4 mil millones hacia la segunda mitad del siglo. Las fuentes de agua para la agricultura se han agotado o se están haciendo peligrosamente escasas en muchas partes del mundo. El calentamiento global complicará el problema a medida que las más elevadas temperaturas generen condiciones más secas y sea necesario aumentar la cantidad de agua para la agricultura. Será cada vez más difícil mantener los actuales niveles de producción, incluso a medida que la demanda aumente debido a la mayor población. (7)

Cline tampoco contempló los impactos de las condiciones climáticas extremas que ocurrirán a mayor cambio climático. Se espera que aumente la frecuencia y la intensidad de las sequías, las inundaciones y otros desastres naturales, provocando desastres en los cultivos dondequiera que se manifiesten. El Banco Mundial prevé que la intensificación de las tormentas causada por el cambio climático hará que 29 mil kilómetros cuadrados adicionales de tierra agrícola situada en zonas costeras se volverán vulnerables a las inundaciones. (8) Simultáneamente, se espera un aumento dramático de los incendios forestales, que ya afectan unas 350 millones de hectáreas cada año (9), y esto ocasionará un problema de contaminación con los aerosoles de carbono, que agravará aún más el efecto de invernadero. Un estudio avizora que los incendios forestales aumentarán en un 50% en el oeste de Estados Unidos para el año 2055, todo ello como resultado de los aumentos de temperatura. (10)

Y luego hay que considerar el mercado. El abasto global de alimentos está cada vez más controlado por un pequeño número de transnacionales que tienen el cuasi-monopolio de toda la cadena alimentaria, de las semillas a los supermercados. La cantidad de capital especulativo en el comercio agrícola va también en aumento. En este contexto, cualquier perturbación del abastecimiento de alimentos, o incluso la simple percepción de que hay problemas, puede provocar aumentos tumultuosos en los precios y una acaparamiento inmenso de ganancias por parte de los especuladores, lo que hace inaccesibles los alimentos para los sectores urbanos más pobres y provoca todo tipo de alteraciones en la producción agrícola en el campo. (11) De hecho, el mero rumor de una escasez alimentaria mundial ya atrajo especuladores financieros a la agricultura, quienes están acaparando tierras en gran escala, a un nivel que no se veía desde tiempos coloniales. (12)

Nos adentramos en una era de perturbaciones extremas en la producción de alimentos. Nunca ha habido una necesidad tan urgente de que un sistema asegure un abasto alimentario para todos de acuerdo a sus necesidades. Y, sin embargo, el sistema alimentario mundial jamás ha estado tan fuertemente controlado por un pequeño grupo de personas cuyas decisiones se basan exclusivamente en cuánto dinero pueden obtener para sus accionistas.

El choque de dos mundos en el Amazonas Peruano

El gobierno peruano eligió una fecha simbólica, el Día Mundial del Medio Ambiente, para lanzar un sangriento ataque sobre los pueblos del Amazonas. ¿La razón para esta represión? La oposición categórica de las comunidades amazónicas a la invasión de sus territorios por actividades empresariales social y ambientalmente destructivas, tales como la minería, la extracción de petróleo y plantaciones dedicadas al monocultivos de árboles y agrocombustibles.

El 9 de abril, las comunidades locales del Amazonas peruano empezaron lo que ellas llamaron una “huelga indefinida”, para protestar por la negativa del Congreso peruano a revisar una serie de decretos leyes que dañan los derechos de los puebles indígenas. Estos decretos fueron publicados por el Ejecutivo en el marco de la implementación del Tratado de Libre Comercio firmado con Estados Unidos.

Desatando esta masacre el Día Mundial del Medio ambiente, el gobierno de Alan García mostró claramente al mundo cuán poca importancia le da a la protección del medio ambiente y cuán alto valora las grandes corporaciones que esperan explotar —y simultáneamente destruir— los recursos naturales del país. Peor aún, el gobierno declaró públicamente su desprecio por las vidas de los pueblos indígenas que están luchando por defender lo poco que les ha dejado el avance del modelo de “desarrollo”, que ha demostrado ampliamente ser social y ambientalmente destructivo.

Como resultado de esta sangrienta represión y la atención pública mundial que suscitó, el Amazonas peruano se convirtió en un símbolo del choque entre dos concepciones diferentes acerca del presente y futuro de la humanidad, que hoy se despliega a nivel mundial.

En un lado de este conflicto está el mundo del interés económico, el cual significa destrucción social y ambiental, imposición por la fuerza, violación de derechos. Obviamente, este mundo no está representado por el presidente peruano, quien es sólo un ayudante temporal y desechable para las corporaciones —un hecho que se evidenció con la suerte que corrió el antes todopoderoso presidente Fujimori. Sin embargo, el papel que juegan estos ayudantes es muy importante, en la medida que son ellos quienes prestan los visos de “legalidad” necesarios a las acciones que claramente violan los derechos humanos más básicos.

En el otro lado está el mundo de quienes aspiran a un futuro de solidaridad y respeto por la naturaleza. En este caso, ellos están representados por los pueblos indígenas del Amazonas, pero también se pueden encontrar en luchas similares en otras partes del mundo, en confrontación con otros gobiernos que también están al servicio de los intereses económicos de las grandes empresas. Para mencionar sólo algunos ejemplos, podemos destacar la actual lucha de los países del sudeste asiático, en contra de la destrucción del río Mekong —que provee de sustento a millones de personas— por las represas hidroeléctricas gigantes; la lucha de los pueblos africanos contra la perforación y prospección petrolera; la lucha de los pueblos hindúes para proteger sus bosques contra la extracción minera, y tantas luchas más.

En esta confrontación, la hipocresía de quienes se esfuerzan por imponer el modelo destructivo, es aparentemente ilimitada. En el caso de Perú, el Presidente Alan García, el mismo hombre quien quiere ahora abrir el Amazonas a las actividades extractivas, declaró apenas un año atrás que el quería “evitar que este bienestar original que Dios nos ha dado sea degradado por la mano del hombre, por la incompetencia de aquellos que trabajan la tierra o la explotan económicamente, y es por esto que hemos creado este Ministerio del Medio Ambiente.”

Este tipo de hipocresía gubernamental es descaradamente evidente en todo el mundo, especialmente respecto al cambio climático. Durante un indefinido proceso internacional, que se inició en 1992, los gobiernos del mundo acordaron que el cambio climático es la peor amenaza para la humanidad. También acordaron que las dos mayores causas del cambio climático eran las emisiones de gas invernadero por el uso de combustibles fósiles y la deforestación. Finalmente, acordaron que debía hacerse algo al respecto. Y luego de firmar los acuerdos y volar de vuelta a sus países, han hecho todo lo posible para promover la explotación petrolera y/o la deforestación.

Sin la necesidad de crear ministerios del ambiente o participar en procesos internacionales para combatir el cambio climático, hay pueblos en todo el mundo que realizan acciones para defender el medioambiente y el clima de las inminentes amenazas que pesan sobre ellos. En casi todos los casos, sus acciones han sido criminalizadas o reprimidas - tanto en el sur como en el norte – por aquéllos que debieran estar alentándolos y respaldándolos: sus gobiernos.

En el simbólico caso de Perú, los pueblos del Amazonas —con el respaldo de miles de ciudadanos alrededor del mundo— han ganado una importante batalla en esta lucha entre dos mundos. Obviamente, nadie cree que éste sea el fin del conflicto. Pero es una victoria que da esperanza a muchas otras personas que luchan por objetivos similares y finalmente a todo el mundo, porque el producto final de esta confrontación entre dos mundos determinará el destino de la humanidad.

Boletín WRM, Nº 143 – Junio de 2009

Cocinar el planeta

A los defensores de la Revolución Verde les gusta hablar de cómo la receta única de variedades vegetales uniformes y fertilizantes químicos salvó al mundo de la hambruna, Los defensores de las llamadas Revolución Pecuaria y Revolución Azul (acuacultura) nos venden una historia similar acerca de razas animales uniformes y alimentos industriales. Este discurso debería ser hoy menos convincente en la medida que cerca de un cuarto de la población del planeta pasa hambre y los rendimientos de los cultivos están estancados desde los años ochenta. En realidad, lo que tenemos delante parece más bien una historia de terror cuando consideramos las consecuencias ambientales, especialmente a medida que el mundo se entera del papel que estas transformaciones de la agricultura y del sistema alimentario han jugado en el cambio climático.

El consenso científico actual es que la agricultura es responsable de un 30% de todas las emisiones de gases con efecto de invernadero provocadas por humanos. Pero es injusto poner todas las formas de agricultura en un mismo saco. En la mayoría de los países eminentemente agrícolas, la agricultura en sí contribuye muy poco al cambio climático. Los países con el mayor porcentaje de población rural y cuyas economías dependen principalmente de la agricultura, tienden a tener los niveles más bajos de emisiones de gases con efecto de invernadero. (13) Por ejemplo, aunque se dice que la agricultura canadiense aporta sólo un 6% de las emisiones de gases con efecto de invernadero totales del país, esto son 1.6 toneladas de gases invernadero por canadiense, mientras que en India, donde la agricultura es un componente mucho más importante de la economía nacional, las emisiones per capita de todas las fuentes son sólo 1.4 toneladas, y sólo 0.4 toneladas provienen de la agricultura. (14) Hay diferencias, por lo tanto, en el tipo de agricultura que se practica, y no se puede acusar a la agricultura en general.

Es más, cuando analizamos la contribución total de la agricultura al cambio climático, vemos que sólo una pequeña sección de actividades agrícolas son responsables de casi todas las emisiones de gases con efecto de invernadero de la agricultura. La deforestación causada por el cambio de uso de la tierra es responsable de cerca de la mitad del total, mientras las emisiones de los establecimientos agrícolas las provoca sobre todo la producción animal y los fertilizantes. Todas estas fuentes de gases con efecto de invernadero están íntimamente ligadas al surgimiento de la agricultura industrial y a la expansión de sistema alimentario en manos de las transnacionales. Así también la alta dependencia del petróleo y la gran huella de carbono que provoca el transportar alimentos e insumos por todo el mundo en todo tipo de envases plásticos.

Dado que la mayor parte de la energía utilizada por el sistema alimentario industrial proviene del consumo de combustibles fósiles, el monto de energía que utiliza se traduce en directo a la emisión de gases con efecto de invernadero. Si tan sólo observamos el sistema alimentario estadounidense, se calcula que tiene en su haber un formidable 20% de todo el consumo de energía fósil del país. Esta cifra incluye todo la energía utilizada en los establecimientos que producen comida, y en los procesos postindustriales de transporte, empacado, procesamiento y almacenaje. La Agencia de Proteccióm Ambiental estadounidense informó que en 2005 los agricultores del país emitieron tanto dióxido de carbono como 141 millones de carros juntos ese mismo año. Este sistema alimentario totalmente ineficaz utiliza 10 calorías fósiles no renovables para producir una sola caloría alimenticia. (15)

La diferencia en el uso de energía entre la agricultura industrial y los sistemas agrícolas tradicionales no podía ser más extremo. Se habla mucho de lo eficiente y mucho más productivo que es la agricultura industrial si se le compara con el modo de cultivo tradicional en el Sur global, pero si uno toma en consideración la eficiencia energética, nada puede estar más alejado de la verdad. La fao calcula que, en promedio, los agricultores de los países industrializados gastan cinco veces más energía comercial para producir un kilo de cereal que los campesinos en África. Si analizamos cultivos específicos, las diferencias son todavía más espectaculares: para producir un kilo de maíz, un agricultor en Estados Unidos utiliza 33 veces más energía comercial que el campesinado tradicional en el vecino México. Y para producir un kilo de arroz, un agricultor estadounidense usa 80 veces la energía comercial utilizada por un campesino tradicional en Filipinas. (16) esta “energía comercial” de la que habla la fao es, por supuesto, el gas y el combustible fósil requeridos para producir fertilizantes y agroquímicos y los que se utilizan en la maquinaria agrícola, todo lo cual contribuye sustancialmente a la emisión de gases con efecto de invernadero. (17)

Pero la agricultura en sí es responsable tan sólo de un cuarto de la energía usada para llevar comida a las mesas. El gasto de energía y la contaminación ocurren dentro del sistema alimentario internacional en su sentido más amplio: el procesado, el empacado, la refrigeración, la cocina y la movilización de comida por todo el planeta. Hay cultivos o piensos que se producen en Tailandia, se procesan en Rotterdam, alimentan ganado en algún otro lado, para que terminen como comida en McDonalds en Kentucky.

Transportar alimentos consume enormes cantidades de energía. Si miramos de nuevo Estados Unidos, se calcula que 20% de todo el transporte de mercancías dentro del país se utiliza en mover comida, lo que resulta en 120 millones de toneladas de emisiones de co2 La importación y exportación de alimentos de Estados Unidos da cuenta de otros 120 millones de toneladas de co2. A eso debemos añadir el transporte de provisiones e insumos (fertilizantes, pesticidas, etcétera) a las granjas industriales, el transporte del plástico y el papel para las industrias de empacado, y lo que los consumidores se mueven para ir, cada día más lejos, a los supermercados. Esto nos da un panorama de la tremenda cantidad de gases con efecto de invernadero producidos por el sistema alimentario industrial, tan sólo por sus requerimientos de transporte. Otros grandes productores de gases son las industrias que procesan comida, la refrigeran y la empacan, que son responsables por 23% de la energía consumida en el sistema alimentario estadounidense. (18) Todo esto suma una cantidad increíble de energía desperdiciada.

Y hablando de desperdicio: el sistema alimentario industrial descarta la mitad de toda la comida que produce, en su viaje de los establecimientos a los comerciantes, a los procesadores de comida, a las tiendas y supermercados —lo suficiente para alimentar a los hambrientos del mundo seis veces. (19) Nadie ha empezado a calcular cuantos gases con efecto de invernadero se producen por la pudrición de toda la comida tirada a la basura.

Mucho de este tremendo desperdicio y esta destrucción globales podría evitarse si el sistema alimentario se descentralizara, si la agricultura se desindustrializara.

Sin embargo, los sectores en el poder responden a la actual crisis alimentaria y al acelerado colapso de los sistemas que promueven la vida en el planeta con más de lo mismo, y cuando mucho le suman unos cuantos remedios tecnológicos inútiles

El sistema alimentario controlado por las transnacionales está entonces en un callejón sin salida. Lo que proponen es más agricultura industrial y más cadenas alimentarias mundiales como solución a la crisis alimentaria. Pero estas actividades sólo aceleran el cambio climático, y con ello intensifican severamente la crisis alimentaria. Es un círculo vicioso que provoca extremos de pobreza y ganancias, y el abismo entre los dos se hace cada vez más profundo. Hace ya mucho tiempo que es urgente transformar radicalmente este sistema alimentario.

Tiempo de hacer cambios en el mar

La pesca fue alguna vez una de las formas más eficientes de obtener alimento sin producir gases con efecto de invernadero. La pesca industrial invirtió la ecuación. Según Mares en Riesgo y la Fundación Mar del Norte, la sobrecarga provocada por la pesca comercial no sólo ha hecho que las reservas pesqueras sean menos flexibles frente a los impactos del clima sino que, las grandes pesquerías comerciales son una de las fuentes importantes de emisiones de gases con efecto de invernadero a nivel mundial:

* Por cada tonelada de producto, medido en peso vivo, se emiten 1.7 toneladas de co2.
* Las pesquerías mundiales quemaron casi 50 mil millones de litros de combustible en el año 2000, para una producción de 80 * Millones de toneladas de peces e invertebrados marinos;
* Las pesquerías mundiales dan cuenta, al menos, de un 1.2% del consumo de petróleo a nivel mundial, una cantidad igual a la consumida por Holanda, que ocupa el 18avo lugar como país consumidor.
* El contenido energético del combustible quemado por las pesquerías es 12.5 veces mayor que el contenido energético de la proteína comestible presente en la captura obtenida.

Mares en riesgo/ Fundación Mar del Norte:
www.seas-at-risk.org/1mages/Carbon%20footprint%20brochure%20final%20final.pd}

Cuál es la salida

Dicho de la manera más simple, la crisis climática implica que necesitamos cambios ¡ya! La organización de la sociedad en torno a la obtención de ganancias ha demostrado ser un sistema corrupto y necesitamos construir sistemas alternativos de producción y consumo, que se organicen de acuerdo a las necesidades de los pueblos y la vida en el planeta. La transformación de este sistema alimentario no ocurrirá mientras el poder de éste siga en manos de las corporaciones. Tampoco podemos confiar en nuestros gobiernos, que permiten que la distancia entre lo que los científicos dicen que hay que hacer para detener el desastre climático y lo que los políticos realmente hacen se haga cada vez mayor. Las fuerzas del cambio están en nuestras manos, en nuestras comunidades, que se organizan para recuperar el control sobre nuestros sistemas alimentarios y nuestros territorios.

En la lucha por lograr un sistema alimentario diferente, los obstáculos principales son políticos, no técnicos. Hay que volver a poner las semillas a manos campesinas, eliminar los pesticidas y fertilizantes químicos, integrar al ganado a formas de producción mixta, y organizar nuestros sistemas alimentarios de forma tal que todos tengamos suficientes alimentos sanos y nutritivos. Las capacidades para producir tales transformaciones han quedado demostradas en los miles de proyectos y experimentos que desarrollan comunidades del mundo entero. Incluso la Evaluación Internacional del Papel del Conocimiento, la Ciencia y la Tecnología en el Desarrollo Agrícola —llevada a cabo bajo la dirección del Banco Mundial— no puede sino reconocerlo. A nivel de finca son bastante claras y directas las formas de lidiar con el cambio climático (véase el recuadro “Cinco pasos clave hacia un sistema alimentario que pueda enfrentar el cambio climático”).

Los desafíos políticos son más difíciles. Pero hay mucho que ya está pasando a nivel local. Enfrentadas incluso a la represión violenta, las comunidades locales están resistiendo los mega-proyectos, las represas, la minería, las plantaciones y la tala de los bosques (ver el recuadro “El choque de dos mundos en la Amazonía peruana”). Aunque rara vez se reconozcan como tales, sus resistencias están en el corazón de la acción por el clima, al igual que el movimiento por la soberanía alimentaria, que se van uniendo para resistir la imposición de políticas neoliberales y desarrollar visiones colectivas de futuro. Es en estos espacios y a través de esa resistencia organizada que emergerán las alternativas al destructivo sistema alimentario actual y podremos hallar la fuerza y las estrategias comunes que nos saquen del ciclo suicida en que la agricultura industrial y el sistema alimentario industrial nos tienen hundidos. www.ecoportal.net


Artículo relacionado

 

Otra Agricultura Para Salvar Al Planeta y la Humanidad


https://altermediambiente.blogia.com/upload/externo-7ceb72cbf08f8b8e4bd952126f94b856.jpg

 

 

Referencias

1. Informe global 2008 de International Assessment of Agricultural Knowledge, Science and Technology for Development (iaastd),
http://www.agassessment.org/index.cfm?Page=About_IAASTD&ItemID=2

2. Chris Lang, “Words and not deeds at climate change talks”, WRM Bulletin, número 143, junio de 2009

3. Global Humanitarian forum, Human Impact Report, mayo de 2009:
http://www.ghf-geneva.org/OurWork/RaisingAwareness/HumanImpactReport/tabid/180/Default.aspx

4. William R. Cline, Global Warming and Agriculture: Impact Estimates by Country, Center for Global Development and the Peterson Institute for International Economics, 2007, http://www.cgdev.org/content/publications/detail/14090

5. John T. Trumble and Casey D. Butler, “Climate change will exacerbate California’s insect pest problems”, California Agriculture, v. 63, núm.2:
http://californiaagriculture.ucop.edu/0902AMJ/toc.html

6. Op cit, ver nota 4.

7. Según el informe global 2008 de International Assessment of Agricultural Knowledge, Science and Technology for Development (iaastd), la seguridad del abastecimiento de agua para el riego disminuirá en todas las regiones, con un cambio mundial de 70% a 58% entre 2000 y 2050.
http://www.agassessment.org/index.cfm?Page=About_IAASTD&ItemID=2

8. Susmita Dasgupta, Benoit Laplante, Siobhan Murray, David Wheeler, “Sea-Level Rise and Storm Surges: A Comparative Analysis of Impacts in Developing Countries”, The World Bank, Development Research Group, Environment and Energy Team, abril de 2009.

9. http://www.fao.org/news/story/en/item/29060/icode/

10. http://www.agu.org/sci_soc/prrl/2009-22.html

11. Ver la página web de GRAIN sobre la crisis alimentaria: http://www.grain.org/foodcrisis/

12. Ver la página web de GRAIN sobre el acaparamiento de tierras: http://www.grain.org/landgrab/

13. Wikipedia, List of Countries by Carbon Dioxide Emissions per Capita, 1990-2005:
http://en.wikipedia.org/wiki/List_of_countries_by_carbon_dioxide_emissions_per_capita

14. Greenpeace Canada, “L’agriculture... pire que les sables bitumineux! Rapport de Statistique Canada”, 10 de junio de 2009:
http://www.greenpeace.org/canada/fr/actualites/l-agriculture-pire-que-les

15. Los datos en este párrafo provienen de: Food & Water Watch, “Fossil Fuels and Greenhouse Gas Emission from Industrial Agriculture”, Washington, noviembre de 2007.
http://www.foodandwaterwatch.org/food/factoryfarms/dairy-and-meat-factories/climate-change/greenhouse-gas-industrial-agriculture

16. FAO, “The Energy and Agriculture Nexus”, Roma, 2000, tablas 2.2 y 2.3. http://tinyurl.com/2ubntj

17. Ver GRAIN, “Paremos la fiebre de agrocombustibles”, Biodiversidad, sustento y culturas”, octubre de 2007,
http://www.grain.org/biodiversidad/?id=367

18. Food & Water Watch, “Fossil Fuels and Greenhouse Gas Emission from Industrial Agriculture”, Washington , noviembre de 2007.

19. Tristram Stuart, Waste: Uncovering the Global Food Scandal, Penguin, 2009,
http://www.penguin.co.uk/nf/Book/BookDisplay/0,,9780141036342,00.html

Los campesinos están enfriando la Tierra

(Vía Campesina, comunicado sobre el cambio climático, extractos)(1)

Los actuales modos de producción, consumo y comercio mundiales, han causado una destrucción masiva del medio ambiente incluyendo el calentamiento mundial que está poniendo en riesgo nuestros ecosistemas y llevando a las comunidades humanas al desastre. El calentamiento global muestra el fracaso del modelo de desarrollo basado en el alto consumo de energía fósil, en la sobreproducción y en el libre comercio.

Via Campesina cree que las soluciones a la actual crisis tienen que nacer de los actores sociales organizados que están desarrollando modos de producción, transporte y consumo basados en principios de justicia, solidaridad y bienestar comunitario. Ninguna solución tecnológica resolverá el actual desastre medio ambiental y social. La pequeña agricultura sustentable es intensiva en trabajo y requiere poco uso de energía; ello puede contribuir a enfriar la Tierra

En el mundo entero practicamos y defendemos la pequeña agricultura familiar sustentable y demandamos soberanía alimentaria. La soberanía alimentaria es el derecho de los pueblos a alimentos saludables y culturalmente apropiados, producidos con métodos ecológicamente sustentables y seguros. Coloca las aspiraciones y necesidades de aquellos que producen, distribuyen y consumen alimentos en el centro de los sistemas y políticas alimentarios, y no las demandas de los mercados y corporaciones. La soberanía alimentaria prioriza las economías y mercados locales y nacionales y empodera a la agricultura campesina y familiar, a la pesca artesanal, al pastoreo y a la producción, distribución y consumo de alimentos basados en la sustentabilidad ambiental, económica y social

Demandamos urgentemente de las autoridades a nivel local, nacional e internacional:

El desmantelamiento total de las agroempresas: ellas les están robando la tierra a los pequeños campesinos, producen alimentos chatarra y crean desastres ambientales.

El reemplazo de la agricultura y producción animal industrializada por una agricultura sustentable de pequeña escala respaldada por programas de reforma agraria genuinos.

La promoción de políticas energéticas sensatas y sustentables. Esto incluye menos consumo de energía y producción de energía solar y biogás en las granjas en vez de la fuerte promoción de la producción de agrocombustibles, como es el caso actual.

La implementación de políticas agrícolas y de comercio, a nivel local, nacional e internacional, que respalden la agricultura y el consumo local de alimentos sustentables. Ello incluye la prohibición del tipo de subsidios que llevan al dumping de los alimentos baratos en los mercados.

1- http://www.viacampesina.org/main_en/index.php?option=com_content&task=view&id=457&Itemid=37

El Grupo de los 8 y la crisis climática: ¿Las acciones concordarán con las palabras?

Los gobiernos de algunos de los países más poderosos del mundo (1) se reunieron recientemente en Italia y produjeron un documento titulado “Liderazgo Responsable para un Futuro Sustentable”. En su declaración, ellos informaron al mundo que están “determinados a asegurar el desarrollo sustentable y a abordar los desafíos interrelacionados de la crisis económica, la pobreza y el cambio climático.”

Si no fuera porque la actual situación es tan trágica, resultaría gracioso.

El mundo está enfrentando una gran crisis económica, la pobreza está creciendo en todo el mundo —incluso en esos 8 países— y la crisis climática está convirtiéndose en un desastre. Todo, como resultado directo del liderazgo “responsable” ejercido, durante muchas décadas, por los gobiernos de esos y otros cuantos países más.

Es obvio que nadie puede culpar a países como Tuvalu, Fiji, Laos, Camboya, Papua Nueva Guines, Gambia, Namibia, Uruguay, Cuba o a la mayoría del los 192 estados miembros de las Naciones Unidas, por haber creado estos problemas. Sin embargo, la mayoría de ellos ya están sufriendo grandes impactos sobre sus pueblos.

El G8 ahora promete que ellos tomarán “el liderazgo en la lucha contra el cambio climático”, pero la realidad muestra que están haciendo justamente lo contrario: en el Reino Unido se está criminalizando a quienes han protestado para tratar de impedir el uso de carbón; en Alaska se planean perforaciones petroleras; las compañias petroleras y de gas de los países del G8 continúan beneficiándose de los combustibles fósiles, en tanto que el consumo en los países del grupo ha significado a destrucción de las selvas

Los países que ya están sufriendo con el cambio climático nunca han expresado el deseo de ser “liderados” por el G8. Al contrario, les están exigiendo, a ellos y a otros gobiernos poderosos, aceptar su responsabilidad por los problemas que han creado y hacer algo al respecto. No en el 2050, sino que ahora ya. No con declaraciones, sino que con acciones concretas. No a través de los “mecanismos de mercado”, sino que a través de legislaciones estrictas.

El mundo —sus pueblos y ecosistemas— no pueden tolerar más un sistema donde pocos gobiernos —basados en su poder económico, político y militar— utilicen y destruyan el planeta para su propio beneficio. Al respecto, el G8 necesita recordar lo que significa la democracia y aceptar que son una pequeña minoría a la que nadie les ha atribuido el liderazgo, excepto ellos mismos.

El mundo no quiere o necesita de sus “liderazgos” sino que necesita que actúen de manera “reponsable” para solucionar el desastre climático que han provocado. El mundo necesita que pongan sus acciones a la altura de sus palabras.

Movimiento Mundial por los Bosques (2)

(1) Los miembros del G8 son: Canada, Francia, Alemania, Italia, Japón, Rusia, the Reino Unido and los Estados Unidos. La Comunidad Europea también asiste.

(2) "Viewpoint", WRM Boletín mensual. número 144, junio 2009. www.wrm.org.uy

Otra Agricultura Para Salvar Al Planeta y la Humanidad

Otra agricultura para otro clima

03-11-09 Por Esther Vivas

 

https://altermediambiente.blogia.com/upload/externo-7ceb72cbf08f8b8e4bd952126f94b856.jpg

 

El actual modelo de producción agrícola y ganadero industrial contribuye a profundizar en la crisis ecológica global con un impacto directo en la generación de cambio climático. Aunque a primera vista no lo parezca, la agroindustria es una de las principales fuentes de emisión de gases de efecto invernadero.

Así lo ha puesto de relieve la campaña No te comas el mundo, en el marco de las movilizaciones de estos días en motivo de la reunión de las Naciones Unidas en Barcelona sobre cambio climático, previa a la crucial cumbre de Copenhague (COP15) en diciembre donde debe aprobarse un nuevo tratado que sustituya al de Kyoto.

Según la campaña, entre un 44 y un 57% de las emisiones de gases de efecto invernadero son provocadas por el actual modelo de producción, distribución y consumo de alimentos. Una cifra resultado de sumar las emisiones de las actividades estrictamente agrícolas (11-15%), de la deforestación (15-18%), del procesamiento, transporte y refrigeración de los alimentos (15-20%) y de los residuos orgánicos (3-4%).

Y es que no podemos olvidar los elementos que caracterizan a este sistema de producción de alimentos: intensivo, industrial, kilométrico, deslocalizado y petrodependiente. Veámoslo en detalle. Intensivo, porque lleva a cabo una sobre-explotación de los suelos y de los recursos naturales que acaba generando la liberación de gases de efecto invernadero por parte de bosques, campos de cultivo y pastos. Al anteponer la productividad, por delante del cuidado del medio ambiente y la regeneración de la tierra, se rompe el equilibrio mediante el cual los suelos capturan y almacenan carbono, contribuyendo a la estabilidad climática.

https://altermediambiente.blogia.com/upload/externo-abf3baa8daebc38d0e0dc83724802ef9.jpg

Industrial, porque consiste en un modelo de producción mecanizado, con uso de agroquímicos, monocultivos, etc. La utilización de grandes tractores para labrar la tierra y procesar la comida contribuye a la liberación de más CO2. Los fertilizantes químicos utilizados en la agricultura y en la ganadería moderna generan una importante cantidad de óxido nitroso, una de las principales fuentes de emisión de gases de efecto invernadero. Asimismo, la quema de bosques, selvas... para convertirlos en pastos o monocultivos acaba afectando gravemente a la biodiversidad y contribuye a la liberación masiva de carbono.

Kilométrico y petrodependiente, porque se trata de una producción de mercancías deslocalizada en búsqueda de la mano de obra más barata y de la legislación medioambiental más laxa. Los alimentos que consumimos recorren miles de kilómetros antes de llegar a nuestra mesa con el consiguiente impacto medioambiental. Se calcula que en la actualidad, la mayor parte de los alimentos viajan entre 2.500 y 4.000 kilómetros antes de ser consumidos, un 25% más que en 1980. Nos encontramos ante una situación totalmente insostenible donde, por ejemplo, la energía para mandar unas lechugas de Almería a Holanda es tres veces superior a la utilizada para cultivarlas, a la vez que consumimos alimentos que provienen de la otra punta del mundo cuando muchos de éstos se cultivan también a nivel local.

 

https://altermediambiente.blogia.com/upload/externo-6e238c51eb0dfc303a021356a62d0c74.jpg

La ganadería industrial es otro de los principales generadores de gases de efecto invernadero y su avance ha significado una mayor deforestación con un 26% de la superficie terrestre dedicada a pastos y el 33% a la producción de grano para piensos. Sus porcentajes de emisión equivalen al 9% de las emisiones de CO2 (principalmente por deforestación), el 37% de las de metano (por la digestión de los rumiantes) y el 65% del óxido nitroso (por el estiércol).

Este modelo de alimentación kilométrica y viajera, así como el alto uso de agroquímicos derivados del petróleo, implica una fuerte dependencia de los recursos fósiles. En consecuencia, en la medida en que el modelo productivo agrícola y ganadero industrial depende fuertemente del petróleo, la crisis alimentaria, la crisis energética y la crisis climática están íntimamente relacionadas.

 

https://altermediambiente.blogia.com/upload/externo-616d9659abac5f5616d24f0a88996e4d.jpg

 

Pero a pesar de estos datos, podemos parar el cambio climático y la agricultura campesina, local y agroecológica, como señala el centro de investigación GRAIN, puede contribuir de forma determinante a ello. Se trata de devolverle a la tierra la materia orgánica que se le ha quitado, después de que la revolución verde haya agotado los suelos con el uso intensivo de fertilizantes químicos, pesticidas, etc. Para hacerlo, hace falta apostar por técnicas agrícolas sostenibles que pueden aumentar gradualmente la materia orgánica de la tierra en un 2% en un periodo de cincuenta años, restituyendo el porcentaje eliminado desde la década de los 60.

Es necesario apostar por un modelo de producción diversificado, incorporando praderas y abono verde, integrando de nuevo la producción animal en el cultivo agrícola, con árboles y plantas silvestres, así como promover circuitos cortos de comercialización y la venta directa en mercados locales. Con estas prácticas, se calcula que sería posible capturar hasta 2/3 del actual exceso de CO2 en la atmósfera. El movimiento internacional de La Vía Campesina lo tiene claro cuando señala que “la agricultura campesina puede enfriar el planeta”.

 



https://altermediambiente.blogia.com/upload/externo-67849192e20d6df6f17d8597b8962cb5.jpg

 

Asimismo, hay que denunciar las falsas soluciones del capitalismo verde al cambio climático como la energía nuclear, los agrocombustibles u otras, así como los lobbies empresariales que buscan mercantilizar el tratado de Copenhague. Desde distintos movimientos sociales se exige “justicia climática”, frente a los mecanismos de mercado incorporados en el protocolo de Kyoto y que tendrán continuidad en Copenhague. Una justicia climática que debe ir a la par con la “justicia social”, ligando la lucha contra la crisis ecológica global con el combate contra la crisis económica que afecta a amplios sectores populares, en base a una perspectiva anticapitalista y ecosocialista. Para que el clima no cambie, hay que cambiar el mundo. www.ecoportal.net

Esther Vivas es autora “Del campo al plato” (Icaria, 2009). Artículo publicado en Público, 03/11/09.

Declaración Por La Soberanía Alimentaria del ALBA - TCP

 

 

DECLARACION DE LA COMISION PARA LA SOBERANIA ALIMENTARIA PARA EL VIVIR BIEN

EN EL MARCO DE LA 1º CUMBRE DEL CONSEJO PLURINACIONAL INTERCULTURAL DE LOS MOVIMIENTOS SOCIALES DE LOS PAISES DEL ALBA - TCP

 

PARA NUESTRAS COMUNIDADES CAMPESINAS, PUEBLOS,  NACIONES Y MOVIMIENTOS SOCIALES DE LOS PAISES DEL ALBA TCP, LA SOBERANIA ALIMENTARIA SIGNIFICA:

 

·         El derecho de nuestros pueblos a decidir que, para quién  y cómo producir con base a la actividad  familiar, la pequeña y mediana producción que expresa la  sabiduría milenaria de criar los animales, las plantas, la pesca, la caza, administrar el territorio y desarrollar nuestras propias formas de gobernanza sin lastimar a nuestra madre tierra, cuidando y respetando la naturaleza, protegiendo el medio ambiente y la biodiversidad.

·         El derecho de nuestros pueblos a generar mecanismos propios de distribución e intercambio de alimentos desarrollando capacidades para ser autosuficientes sin depender de las importaciones pero también el derecho a ser  complementarios entre nuestros pueblos con el fin último de servir al ser humano y no al mercado

·         El derecho de nuestros pueblos a consumir alimentos de calidad pero desde nuestros propios saberes de nutrición, accesibles con precios justos por tanto no aceptamos las transnacionales de los alimentos y las políticas estatales que fomentan las normas y patrones de consumo de alimentos con argumentos de que son nutritivos.

·         El derecho de nuestros pueblos implica el acceso a los recursos naturales: agua y tierra. Cuestionan el régimen de la propiedad privada dominante de la tierra que provoca permanente parcelación. La Via Campesina plantea la necesidad de impulsar la reforma agraria para que la tierra y el agua cumplan su función social y ambiental para el logro del VIVIR BIEN.

UNA HISTORIA Y UN FUTURO COMUN PARA LA SOBERANÍA ALIMENTARIA

A estas tierras llegaron los colonizadores que esclavizaron nuestras familias, impusieron sus dioses, colonizaron nuestras mentes con la escuela, arrasaron con nuestros saberes ancestrales, nuestra diversidad de plantas y animales pero además impusieron el consumo de alimentos que no son propios de nuestras culturas.

 

La revolución verde y la expansión de la modernidad han incrementado: la producción de cultivos agroindustriales destinada a la exportación y los agrocombustibles, el uso de semillas transgénicas y agroquímicos, la  deforestación, la pesca de arrastre industrial. Todo ello, con efectos devastadores sobre nuestros ecosistemas (desertificación, contaminación de aguas y suelos, erosión genética, pérdida de biodiversidad, etc.) como mecanismos que favorecen el cambio climático y con un alto costo socio-económico (dependencia de corporaciones, del mercado de recursos, proletarización del campesinado y precariedad laboral). Además de una creciente tendencia migratoria campo-ciudad que esta despoblando los campos provocando círculos de pobreza en las ciudades.

 

Las grandes transnacionales de los alimentos han copado los mercados para imponernos productos como la Coca Cola, las hamburguesas Burguer King y todos los productos importados de las transnacionales que no solo hacen daño a la salud por el exceso de químicos en su elaboración, sino porque constituyen la manera mas sutil de colonización y globalización con estrategias de publicidad de gran impacto que pretenden imponer un modo de vida consumista propio de la cultura occidental y del imperialismo para arrasar con las prácticas y culturas de nuestros pueblos y así  hacernos dependientes del mercado.

 

Las importaciones de alimentos en nuestros países expresan el nivel de dependencia además de la imposibilidad que nuestros productos compitan con los precios de alimentos importados de dudosa calidad nutritiva.

 

Las comunidades, pueblos y naciones que conformamos el ALBA TCP compartimos una historia comun de colonización pero también de resistencia y aun así continuamos siendo fuente principal de provisión de alimentos sanos y baratos. Por ello, la soberanía alimentaria debe ser parte de una ESTRATEGIA SUPRANACIONAL, porque encarar estos graves problemas requieren de la movilización colectiva y una reflexión permanente, teniendo como principal actor a las comunidades, pueblos y naciones agrupados en las organizaciones matrices y el conjunto de movimientos sociales del ALBA TCP para encarar y diseñar estrategias ante una inminente Crisis Alimentaria que amenaza a nuestros pueblos y al mundo

Por todo ello,  soberanía alimentaria solo es posible desde nuestras comunidades, pueblos y naciones organizadas y movilizadas que en una acción comprometida con los gobiernos de los países miembros del ALBA TCP.  Propongamos entonces:

LA CONSTRUCIÓN DE UNA ESTRATEGIA DE SOBERANIA ALIMENTARIA DESDE LOS PUEBLOS Y PARA LOS PUEBLOS DEL ALBA TCP PARA EL VIVIR BIEN

 PARA:

Ø  Promover Procesos Radicales de Reforma Agraria Integrales que permitan un acceso y  distribución de la tierra, agua y bosque, así como a los medios de producción a favor de los pueblos indígenas originarios campesinos y comunidades interculturales.

Ø  Promover la agricultura familiar, pequeña y mediana como pilares de la soberanía alimentaria por sus ventajas económicas, sociales, ambientales y culturales.

Ø  Reconocer y valorar las identidades culturales de nuestros pueblos vinculados al control autónomo del territorio, los recursos naturales, los sistemas de producción y nuestras formas de gobernanza propias.

Ø  Promover instrumentos jurídicos,  políticas públicas y acciones movilizadas de protección y difusión de las semillas y plantas como parte de nuestras herencias culturales y sabiduría de nuestros pueblos respecto de la biopiratería, las patentes y el monopolio de las transnacionales de semillas.

Ø  Promover la creación de una instancia que viabilice créditos solidarios y mancomunados de manera directa, accesible y rápida para el fomento de la producción de alimentos, semillas, biodiversidad, tecnología y otros con gestión compartida entre los gobiernos y las organizaciones.

Ø  Transversalizar la currícula escolar y universitaria al servicio de la soberanía alimentaria  para la revalorización del consumo de alimentos nativos, orgánicos y los saberes de nuestras comunidades de respeto por los derechos de nuestra madre tierra

Ø  Apropiar y democratizar la investigación al servicio de la agricultura familiar a través de la promoción de sistemas de investigación a favor de la producción agrícola, ganadera, forestal, piscícola y de alimentos y semillas nativas que respondan de manera alternativa la ciencia occidental al servicio de las transnacionales.

Ø  Promover un dialogo de saberes entre nuestros pueblos que fortalezcan la afirmación cultural y la interculturalidad en el marco del respeto, la soberanía y la convivencia pacifica entre nuestros pueblos.

Ø  Impulsar el comercio alimentario internacional con el propósito supremo de servir al ser humano y no así al mercado, concientes que la soberanía alimentaria solo es posible en base a la justicia, solidaridad y complementariedad entre nuestros pueblos.

Ø  Orientar políticas públicas e instrumentos jurídicos que protejan la producción de alimentos respecto de las importaciones que generan dependencia y promueven el consumo de alimentos de dudosa calidad nutritiva.

Ø  Generar instrumentos que favorezcan una asignación de precios y mecanismos de distribución a los alimentos básicos de consumo familiar.

Ø  Impulsar estrategias desde nuestras propias organizaciones que valoren el rol de las mujeres en el manejo de las semillas, la producción y la conservación de los alimentos en base a la complementariedad entre “hombre y mujer”, práctica ancestral de la cosmovisión de nuestros pueblos del Abya Yala.

Ø  Impulsar la producción de excedentes para la complementación de alimentos entre pueblos con mecanismos fáciles y ágiles para el intercambio entre países

Ø  Promover la creación de Banco de semillas y semen desde nuestras comunidades, pueblos y naciones para resguardar nuestro patrimonio genético

Para impulsar estos procesos que viabilicen esta estrategia supranacional, el Consejo propone la creación del: COMISION PERMANENTE PARA LA SOBERANIA ALIMENTARIA DE LOS PAISES DEL ALBA TCP  bajo el siguiente esquema:

La Comisión Permanente Para La Soberanía Alimentaria De Los Pueblos del ALBA TCP,  debe incidir:

 

·         En la formulación de políticas en el marco de un nuevo modelo de desarrollo sustentable que comprometa el desarrollo económico con la protección del medio ambiente como acción de nuestros pueblos y gobiernos de proteger y mantener el medio ambiente para el beneficio nuestro y de nuestras generaciones futuras.

·         Debe constituirse en una instancia para la acción política que impulse a los gobiernos a encarar políticas públicas e instrumentos jurídicos que ayuden a  modificar la relación con otros pueblos que permitan una acción organizada para enfrentar  la crisis alimentaria

Cuya misión será:

 

PROMOVER EL DERECHO DE NUESTROS PUEBLOS A PRODUCIR, INTERCAMBIAR Y CONSUMIR ALIMENTOS A UNA ALIMENTACION DIGNA ECOLOGICA, SALUDABLE RESPETANDO NUESTRAS CULTURAS  CON EL FIN DE CONTRIBUIR AL LOGRO DE LA SUFICIENCIA ALIMENTARIA EN BASE A LA RECIPROCIDAD Y COMPLEMENTARIEDAD ENTRE NUESTRAS COMUNIDADES, PUEBLOS Y NACIONES PRESERVANDO LA BIODIVERSIDAD Y LA NATURALEZA PARA LAS GENERACIONES FUTURAS .

Cuya visión será:

 

LAS COMUNIDADES, PUEBLOS Y NACIONES QUE CONFORMAMOS EL ALBA TCP HEMOS LOGRADO UNA PRODUCCION SOSTENIBLE ECOLOGICA DE ALIMENTOS EN BASE A NUESTRAS CAPACIDADES Y FORMAS DE PRODUCCION QUE NOS PERMITE ALIMENTAR DE MANERA DIGNA,  SALUDABLE Y CULTURALMENTE  APROPIADA A NUESTROS  PUEBLOS CUIDANDO Y RESPETANDO  NUESTRA MADRE TIERRA, PROTEGIENDO EL MEDIO AMBIENTE Y LA BIODIVERSIDAD.

Bajo estos principios:

ü  Recuperar nuestros sistemas propios de producción, consumo, conservación de alimentos en base a las herencias culturales de nuestros pueblos

ü  Sanar la madre tierra, recuperando las capacidades productivas de nuestros suelos, manteniendo limpias las fuentes de agua y preservando la biodiversidad

ü  Promover la producción de alimentos orgánicos y culturalmente apropiados.

ü  Acceder de manera justa y equitativo a la  tierra, agua, bosque, biodiversidad, tecnología apropiada, semillas, abonos orgánicos, y crédito al servicio de la soberanía alimentaria

ü  Relaciones comerciales basadas en la complementariedad, la justicia y la solidaridad

ü  Valorizar el rol de la mujer en la soberanía alimentaria en base a la dualidad y complementariedad entre hombre y mujer.

ü  Organización y movilización contra los alimentos transgénicos, las semillas genéticamente modificadas, y los agrocombustibles.

ü  Promover los mecanismos de intercambio local de saberes, alimentos, semillas,  de nuestros pueblos originarios y enriquecerlos a partir de otras prácticas interculturales

ü  Recuperar y fortalecer las formas de organización propias de los pueblos que favorecen la producción alimentos.

ü  Promover la agricultura familiar campesina indígenas originaria como el pilar principal sobre el que asienta la soberanía alimentaria

Con estos valores

ü   RECIPROCIDAD Y COMPLEMENTARIEDAD como actos de correspondencia, cooperación, redistribución y retribución solidaria entre las comunidades, pueblos y naciones.

ü   AUSTERIDAD entendida como la satisfacción de lo que posibilita una vida buena sin acumulación ni consumismo.

ü   RESPETO DE LOS DERECHOS DE LA MADRE TIERRA, LA NATURALEZA Y EL MEDIO AMBIENTE como expresión que recupera el sentimiento de pertenencia del ser humano al planeta tierra como único espacio que debemos mantener, respetar y querer para nuestros pueblos y las generaciones futuras.

ü   AUTONOMIA y AUTODETERMINACION como la recuperación de nuestras formas de gobernanza propias dotadas las competencias que permitan la gestión de nuestro territorio y todo lo que habita en él: nuestros montes, ríos, bosques, animales y plantas que nos permita el VIVIR BIEN en convivencia armónica con la naturaleza.

ü   AFIRMACION CULTURAL E INTERCULTURALIDAD como el reconocimiento de la sabiduría de nuestros pueblos que han sido capaces de mantener nuestros saberes ancestrales pese a la  colonización y que en el marco del respeto por las culturas de nuestros pueblos pueden permitir la convivencia armónica.

ü   SOSTENIMIENTO DE LA DIVERSIDAD CULTURAL Y BIOLOGICA como la base que sostiene la soberanía alimentaria

Para estos objetivos

 

GENERAL:

 

CONSTRUIR UNA ESTRATEGIA DE SOBERANIA ALIMENTARIA QUE PERMITA LA ALIMENTACION DIGNA, SALUDABLE Y CULTURALMENTE APROPIADA DESDE LOS PUEBLOS Y PARA LOS PUEBLOS MIEMBROS DEL ALBA TCP

 

ESPECIFICOS:

 

1.   Incrementar la producción de alimentos de nuestros pueblos con base al fortalecimiento de las capacidades de las familias indígenas originarias campesina, la valorización de los saberes ancestrales, la producción orgánica,  la protección del medio ambiente, los derechos  de la madre tierra y la diversidad.

 

2.   Promover el consumo de alimentos sanos y culturalmente apropiados para nuestros pueblos y en beneficio de los sectores más vulnerables.

 

3.   Desarrollar relaciones de comercio justo y equitativo entre las comunidades, pueblos y naciones con base en la complementariedad

 

LA MESA DE SOBERANIA ALIMENTARIA ESTUVO CONFORMADA POR REPRESENTANTES DE LOS MOVIMIENTOS SOCIALES DE PAISES MIEMBROS DEL ALBA: CUBA, BOLIVIA, ECUADOR, VENEZUELA Y DELEGADOS DE OTROS PAISES BAJO LA SIGUIENTE DIRECTIVA:

·         Presidenta: Leónida Zurita-Bolivia

·         Vicepresidenta: María del Carmen Barroso  - Cuba

·         Relator: Cesar  Cabrera -    Ecuador

·         Natalia Chiwi: Secretario- Chile

·         Sistematizador: Elvira Gutiérrez-Bolivia

Es dado en la ciudad de Cochabamba a los dieciséis días del mes de octubre de 2009


PROPUESTA DE OBJETIVOS, LINEAMIENTOS Y ACCIONES PARA LA COMISION PERMANENTE DE SOBERANIA ALIMENTARIA

OBJETIVOS ESTRATÉGICOS

LINEAMIENTOS

ACCIONES

INCREMENTAR LA PRODUCCIÓN DE ALIMENTOS DE NUESTROS PUEBLOS CON BASE AL FORTALECIMIENTO DE LAS CAPACIDADES DE LAS FAMILIAS INDÍGENAS ORIGINARIAS CAMPESINA, LA VALORIZACIÓN DE LOS SABERES ANCESTRALES, LA PRODUCCIÓN ORGÁNICA,  LA PROTECCIÓN DEL MEDIO AMBIENTE, LOS DERECHOS Y DE LA MADRE TIERRA Y LA DIVERSIDAD.

ESTRATEGIA PRODUCTIVA QUE FOMENTE LA ACTIVIDAD AGROPECUARIA, FORESTAL, PISCÍCOLA Y DE APROVECHAMIENTO DE LA BIODIVERSIDAD

Establecimiento de PACTOS PRODUCTIVOS TERRITORIALES que fortalezcan las capacidades productivas de las comunidades en base a su vocación productiva

Realizar diagnósticos para formular estrategias de soberanía alimentarias nacionales y desde el ALBA TCP

Comprometer la voluntad política para destinar un monto especifico de recursos públicos al desarrollo rural productivo con énfasis en y la producción de alimentos

Implementación de un FONDO DE CRÉDITO DIRECTO para el fomento de la agricultura campesina indígena y originaria destinada a la producción de alimentos

Ampliación de la cobertura de riego y la utilización de tecnología apropiada que no dañe el medio ambiente

FOMENTO  A LA PRODUCCIÓN ORGÁNICA

Incentivo a los complejos productivos agro ecológicos

Definición de normas de certificación para productos orgánicos provenientes de los países miembros del ALBA TCP

Regulación de la ampliación de la frontera agrícola

ESTRATEGIA DE RECUPERACIÓN DE SUELOS, ACCESO Y DISTRIBUCIÓN DE TIERRAS

Política de tierras que promuevan el acceso equitativo a la tierra

Campaña de recuperación de suelos: Incentivo por el uso de abonos naturales, descanso y rotación de cultivos.

PREVENCIÓN Y CONTROL DE RIESGOS CLIMATOLÓGICOS Y DE DESASTRES NATURALES

Constituir un servicio de seguro agrícola del ALBA TCP y que éste constituya como entidad financiadora

VALORIZACIÓN DE CONOCIMIENTOS LOCALES EN LA PRODUCCIÓN Y DIALOGO DE SABERES

Campaña "Nuestros pueblos nuestros saberes" para el intercambio local, regional y entre los países miembros del ALBA TCP.

Programa de transferencia de tecnología y conocimientos entre los países del TCP alba

PROTECCIÓN DEL MEDIO AMBIENTE Y LA BIODIVERSIDAD

Campaña "Diversidad de semillas, diversidad de comidas" para la recuperación e intercambio de saberes en la crianza de la diversidad de semillas y comidas entre nuestros pueblos.

Política de incentivos por la conservación de la biodiversidad

Programa de "Conservación de semillas desde nuestros pueblos" para la recuperación de la variabilidad y diversidad de cultivos con base en los  saberes ancestrales de nuestros pueblos

Conformación de una "PLATAFORMA  CONTRA LOS TRANSGÉNICOS Y AGRO COMBUSTIBLES" DEL ALBA TCP

Impulsar la forestación de los manglares bajo el Principio de precaución contra la pesca

Proteger los espejos de agua dulce

Obligatoriedad de los países del TCP Alba a la conservación de una determinada área de bosque.

PROMOVER EL CONSUMO DE ALIMENTOS SANOS Y CULTURALMENTE APROPIADOS PARA NUESTROS PUEBLOS Y EN BENEFICIO DE LOS SECTORES MAS VULNERABLES

POLÍTICAS PARA EL INCENTIVO AL CONSUMO DE PRODUCTOS LOCALES Y NACIONALES

Campaña "CONSUME LO NUESTRO CON DIGNIDAD"

Programa para la “Promoción de Productos Nacionales de Calidad”.

Política de "Incentivo a las compras locales" y entre los países miembros del TCP ALBA

POLÍTICAS PUBLICAS QUE PROMUEVAN LA ALIMENTACIÓN EN LOS SECTORES MAS VULNERABLES

Desayuno escolar con alimentos sanos y propios de cada lugar y de fomento de las compras locales y directas a los pequeños productores respaldadas por instrumentos jurídicos y de políticas publicas

Complementación alimentaria  a mujeres embarazadas y a niños menores de 5 años.

DESARROLLAR RELACIONES DE COMERCIO JUSTO Y EQUITATIVO ENTRE LAS COMUNIDADES, PUEBLOS Y NACIONES CON BASE EN LA COMPLEMENTARIEDAD

POLÍTICA DE PRECIOS JUSTOS A LOS ALIMENTOS BÁSICOS

 

Definir una regulación de precios para el comercio agrícola con países distintos al TCP ALBA

 

Regulación de monopolios

Regulación y protección de la producción

Normar la importación de alimentos de mala calidad, etc.

Promocionar la complementariedad entre los países del TCP ALBA

 

Conformación de Redes de Organizaciones Económicas en el marco del ALBA TCP

Definir una normativa y una planificación para las importaciones y exportaciones de alimentos entre los países miembros

 


LA MESA DE SOBERANIA ALIMENTARIA ESTUVO CONFORMADA POR REPRESENTANTES DE LOS MOVIMIENTOS SOCIALES DE PAISES MIEMBROS DEL ALBA: CUBA, BOLIVIA, ECUADOR, VENEZUELA Y DELEGADOS DE OTROS PAISES BAJO LA SIGUIENTE DIRECTIVA:

Presidenta: Leónida Zurita-Bolivia

Vicepresidenta: Maria - Cuba

Relator: Ecuador

Sistematizador: Elvira Gutiérrez-Bolivia

 

Más de lo mismo no ayudará a superar la crisis

¿Combatir la crisis produciendo y consumiendo más?


Quienes así piensan, caerán -inevitablemente- en los mismos errores que han producido ésta

 

Estamos en la era en la que Lenin (aunque no comparta algunas de sus tesis) entendía que el imperialismo, sería la fase superior del capitalismo (situación que se está dando con la globalización, el pensamiento unilateral y el neocolonialismo). La cual se constata con la culminación de las antagónicas contradicciones, dado el desmadre de una filosofía política impuesta siempre por la violencia y sustentada en valores infrahumanos (siguiendo el guión de los poderes), generan los permanentes y gravísimos conflictos, alimentados por los complejos industriales bélicos centralistas, en connivencia con las cúpulas institucionales de los estados y las oligarquías. Los ejércitos los resuelven lo resuelven masacrando población civil, para preservar los privilegios de clase. Así lo entienden o permiten los diversos poderes: políticos, económicos, religiosos y otros fácticos aliados (aunque sea implícitamente) con el imperio, máximos responsables de que no quede "títere con cabeza" planetariamente.

Esta indecente y corrupta política económico-social que "nos venden" tiene un efecto contaminante y demoledor en la sociedad civil trabajadora, supuestamente la más honesta; cuyo principal anhelo será: Vivir en paz y hermandad solidaria. Eso sí, con mínimos vitales dignos. Lo cual, es imposible con esta política competitiva e insolidaria, basada en la explotación humana y en la especulación mercantilista, realmente infames.

Por ello, ¿cómo mutarla? Mirando por el "retrovisor histórico" con siglos revolucionarios, para acudir a la ética política revolucionaria de Marx: En el manifiesto comunista. De Bakunin: En su teoría del comunismo libertario. De Rosa Luxemburgo: Sólo la verdad es revolucionaria. De Mao: Hay que distinguir a los amigos de los enemigos de clase liberales y en las cuatro tesis filosóficas. De la Biblia: la verdad os hará libres. Su mística revolucionaria se manifiesta principalmente (al margen de la jerarquía) en la teología de la liberación, impulsando los avances democrático-participativos en Latinoamérica. Partiendo de estas importantes premisas se articulará (con profundo análisis reflexivo), una síntesis histórica (no partidista) conjugando valores humanos, sociopolíticos y de su praxis, que desarrolle una cultura realmente solidaria y alternativa. La cual no será posible sin desperezar la mente a quienes se aferran al conservadurismo ideológico de izquierdas. No sugiero un totum revolutum, sino un reto profundamente crítico y autocrítico personal y psicosocial colectivo, procurando superar dogmatismos culturales y sus correspondientes sectas.

Respecto a lo alternativo, existen muchas asociaciones con dicho marchamo (aunque algunas se jueguen el tipo) no es oro todo lo que reluce. Porque la corrupción generalizada induce a personas de buena voluntad a rechazables oportunismos. En todo caso, es importante analizar las causas para no confundirlas con sus efectos. Por otro lado quienes apoyan el blindaje del sistema, con la injusta y caótica democracia ultraliberal, será porque "chupan de él". Hay que tener "miopía humana, social y cósmica" para no ver los efectos catastróficos que está produciendo universalmente. Desde la traumática inseguridad ciudadana, la durísima represión a las libertades, el cruel -habitual- terrorismo de Estado y patronal (confundiendo las causas con las consecuencias, engañando a la opinión pública), con la durísima respuesta de grupos armados de oposición (como los define Amnistía Internacional).

Este terrorismo es el máximo culpable de las constantes guerras, torturas, hambre, miseria y muerte; como sucede en la mayor parte de la humanidad, con el riesgo de cargarnos toda vida en el planeta.

Sin embargo existe la fórmula anticrisis más eficiente, convincente, lógica y científica. Consiste en entender normal (aunque a mucha gente le tiemblen las piernas) el actual decrecimiento, hasta que se equipare el consumo extraído de la naturaleza con su recuperación natural, acabando con la alarmante huella ecológica y estableciendo el crecimiento cero continuado. En este parámetro se fundamenta la teoría científica del desarrollo sostenible mundialmente. Lo demás son cantos de sirena contaminados.

Esta filosofía política, será integradora de toda opción que proyecte convertir en propiedad pública los medios de producción y servicios; que serán administrados con cierto grado autogestionario, procurando honestidad pública que transcienda a la sociedad civil, como escuela regeneradora.

Urge activar movimientos para frenar el ofensiva retrograda con argumentos y actuaciones contundentes (sin violencia a las personas), mostrando la indeclinable lógica en defensa y desarrollo del patrimonio territorial o autonómico. Consiguiendo la máxima soberanía alimentaria y de otras áreas de producción y servicios, deteniendo las incompatibles políticas globalizadoras.


El tema territorial, para otro artículo…

La Felicidad No Es El Consumismo

 

Índice de felicidad planetaria: el progreso es otra cosa

 

 

 

La New Economics Foundation (NEF), una organización británica que nació en los años 80 con el propósito de influir en las reuniones del G8, ha publicado recientemente un informe titulado "The Happy Planet Index" (fichero PDF, 5,2MB).

El informe presenta un nuevo concepto para medir el progreso real, el HPI (Happy Planet Index), que se opone al PIB como única vara de medir los avances de las sociedades humanas. Según la NEF, los dogmas que han campado a sus anchas durante las últimas tres décadas han sido desacreditados. La persecución del crecimiento económico manifestada en el crecimiento del PIB no ha evitado que más de la mitad de la población viva con menos de 2,5$ diarios, que los desequilibrios crezcan día a día, y de hecho, en la situación actual, las condiciones de vida para muchos se están deteriorando a marchas forzadas.

Si el HPI original se lanzó en 2006, identificando la salud y una experiencia positiva de la vida como objetivos humanos universales, al mismo tiempo que el precio a pagar no sea la propia Tierra, en esta nueva versión se han mejorado los datos, incluyendo 143 países y el 99% de la población mundial. Los tres indicadores del HPI se mantienen: una esperanza de vida larga, satisfacción por la vida y una huella ecológica baja.

Los resultados del estudio demostrarían que nuestra idea de progreso es errónea. Según el estudio aunque en los países ricos es donde las personas afirman vivir una vida más feliz y sana, el precio que se paga es la insostenibilidad ecológica. Al mismo tiempo, otros países menos ricos, con huellas ecológicas menores y sin embargo buenos niveles de salud y satisfacción. Para los autores del informe, esto significa que es posible vivir una buena vida sin que nos cueste, literalmente, el planeta.

El país que mejor puntúa es Costa Rica, con un índice de 76,1 sobre 100. Este país tiene la segunda mayor esperanza de vida mundial y el segundo mayor índice de satisfacción, y su huella ecológica es de 2,3 Ha globales, solo un poco por encima de las 2,1 Ha globales que se consideran "sostenibles". Los siguientes países en la lista hasta la décima posición, excepto uno, son todos latinoamericanos. De estos, el que más alto está, tanto en términos tradicionales como los del HPI es Brasil, colocado en novena plaza.

Por la parte baja de la clasificación, los peores diez países clasificados, encontramos solo países africanos subsaharianos, con Zimbawe como peor país del mundo en la clasificación del HPI.

De los países desarrollados, Holanda es el mejor clasificado, en el puesto 43, con Reino Unido en el 74º, seguido por Japón y España (puestos 75 y 76 respectivamente). Los Estados Unidos ocuparían el puesto 114, mientras que solo hay un país desarrollado en una posición pero: Luxemburgo, en el puesto 122.

Según el informe, y respecto al anterior realizado en 2006 y datos anteriores, países como Alemania, Rusia o Brasil han mejorado su posición, mientras que los tres países más poblados (China, India y EE.UU) han perdido posiciones. Tampoco los países agrupados en la OCDE han salido muy bien parados. La mayoría han perdido posiciones, dado que mientras la esperanza de vida ha aumentado un 15% en los últimos 45 años, la huella ecológica ha aumentado un 72%.

El informe concluye que es posible vivir vidas largas y satisfactorias con una fracción de la huella ecológica actual, poniendo como ejemplo Holanda, donde se vive de media un año más que en los EE.UU. y su huella ecológica (aunque igualmente insostenible), es menos de la mitad que la de los EE.UU., convirtiendo a los Países Bajos el el doble de eficientes ecológicamente que los EE.UU.

La iniciativa de la New Economics Foundation propone una nueva narrativa de lo que significa progreso que haga posible la buena vida sin que paguemos con el planeta por ello. Para ello, determina que el exceso de consumo en los países ricos representa una de las principales barreras para el bienestar mundial, y por ello propone que los gobiernos deberían esforzarse en encontrar modelos económicos que no dependan del crecimiento constante para conseguir estabilidad y progreso. Con este objetivo, la NEF propone tres medidas a los gobiernos del mundo:

  • Que se mida el bienestar de las personas y su impacto medioambiental de manera consistente y regular, y que se desarrolle un marco de contabilidades nacionales que considere la interacción entre los dos como una guía hacia el bienestar sostenible.
  • Que las naciones desarrolladas establezcan un objetivo de un HPI de 89 en el 2050, lo que significaría reducir la huella ecológica per capita hasta las 1,7 Ha globales, incrementando la satisfacción media hasta el 8 (en una escala de 10) y continuar incrementando la esperanza de vida hasta los 87 años.
  • Que las naciones desarrolladas y la comunidad internacional apoyen la consecución de los mismos objetivos para las naciones en desarrollo para 2070.

Sumak Kawsay, Suma Qamaña, Buen Vivir

Sumak Kawsay, Suma Qamaña, Buen Vivir
José María Tortosa

 


Las tres palabras que encabezan este artículo significan lo mismo, aunque cada cual, situada en su contexto, presenta algunos matices diferenciadores. Sumak kawsay es quichua ecuatoriano y expresa la idea de una vida no mejor, ni mejor que la de otros, ni en continuo desvivir por mejorarla, sino simplemente buena. La segunda componente del título viene del aymara boliviano e introduce el elemento comunitario, por lo que tal vez se podría traducir como “buen convivir”, la sociedad buena para todos en suficiente armonía interna. Buen vivir, finalmente, y en las diversas lenguas de los países centrales, suele implicar el disfrute individual, material, hedonista e incesante. Un somero repaso al modo con que los medios utilizan dichas palabras y sus semejantes (buena vida, vivir bien) lo confirmaría. En algún ejemplo extremo encontrado recientemente en España, “buen vivir” casi se reduciría al “comer, beber y dormir” (sic).

Lo que tienen de particular las dos primeras opciones, la ecuatoriana y la boliviana, es que han aparecido en las respectivas constituciones políticas aprobadas recientemente. En efecto, en la Constitución ecuatoriana de 2008 puede leerse que “se reconoce el derecho de la población a vivir en un ambiente sano y ecológicamente equilibrado, que garantice la sostenibilidad y el buen vivir, sumak kawsay ”. Por su parte, la Constitución boliviana de 2009 es algo más prolija al respecto pues recoge la pluralidad lingüística del país que dicha constitución reconoce como plurinacional, y dice que “el estado asume y promueve como principios etico-morales de la sociedad plural: ama qhilla, ama llulla, ama suwa (no seas flojo, no seas mentiroso ni seas ladrón), suma qamaña (vivir bien), ñandereko (vida armoniosa), teko kavi (vida buena), ivi maraei (tierra sin mal) y qhapaj ñan (camino o vida noble)”. Un derecho en un caso y un principio ético-moral en el otro, pero ambos referidos a ese Buen Vivir o, mejor, a ese Buen Convivir del que algo se ha escrito y publicado presentándolo en muchos casos como alternativa al pensamiento sobre el desarrollo 1 y, en más de uno, como hallazgo fundamental en la presente coyuntura del sistema mundial.

El relativo éxito que estos vocablos han tenido sobre todo en el contexto latinoamericano puede explicarse situándolo en el igualmente relativo, pero no por ello menos real, fracaso de los proyectos desarrollistas. De hecho, el número 445 de América Latina en movimiento de junio de 2009, dedicado a la “agonía del desarrollo” 2 , se abría con un artículo del mexicano Gustavo Esteva proponiendo el Buen Vivir (“buena vida” se dice en el artículo) como camino para ir “más allá del desarrollo”. Si fe es creer en lo que no se ve, el desarrollo habría sido una fe predicada por unos, básicamente en los países centrales, y asumida por otros, en general los gobiernos de los países periféricos y, en particular, los latinoamericanos.

La idea del “post-desarrollo” lleva ya años circulando en los ambientes académicos. Parte de la constatación del carácter histórico que tienen los conceptos y la necesidad de entenderlos una vez situados en su espacio-tiempo específico. “Desarrollo”, en efecto, tiene poco más de 60 años de uso y su fracaso queda patente incluso por la necesidad que ha habido de cualificarlo incesantemente: desarrollo económico, desarrollo social, desarrollo humano, ecodesarrollo, codesarrollo... Produce cierta desconfianza cuando un concepto es acompañado por especificaciones que, en muchas ocasiones, más que clarificar, dificultan todavía más la comprensión del mismo.

Hay dos puntos que los críticos del desarrollo encuentran en casi todas estas acepciones obtenidas mediante prefijos, adjetivos o sustantivos que lo acompañan. El primero es el marcado carácter económico, cuando no economicista, del concepto que, por más que se quiera evitar, acaba definiéndose como crecimiento económico medido por aumento del Producto Interno Bruto al que se añadirán otras variables, como en el caso del institucionalismo, pero centradas en el PIB. El segundo punto es su origen en los países centrales y su adopción por las élites de los países periféricos sin que haya supuesto grandes cambios en estas últimas sociedades... a no ser que se incumpliesen los preceptos implícitos en el desarrollismo, como ha sucedido con los llamados países emergentes. Estos últimos habrían imitado a los países centrales sin hacer caso a la retórica de estos últimos y habrían logrado mejorar sus posiciones en la jerarquía mundial mucho mejor y más rápidamente que si hubiesen seguido las recetas de los expertos en desarrollo. Desde la perspectiva de este segundo punto, la sospecha que levantan algunos críticos del desarrollo es la de si no será un instrumento más de dominación de los países centrales sobre los países periféricos. Algo de base sí parece tener esa perspectiva.

Es en ese contexto que emerge la idea del Sumak Kawsay o Suma Qamaña: nace en la periferia social de la periferia mundial y no contiene los elementos engañosos del desarrollo convencional. Ya no será cuestión del “derecho al desarrollo” o del principio desarrollista como guía de la actuación del estado. Ahora se trata del Buen Vivir de las personas concretas en situaciones concretas analizadas concretamente, y la idea proviene del vocabulario de pueblos otrora totalmente marginados, excluidos de la respetabilidad y cuya lengua era considerada inferior, inculta, incapaz del pensamiento abstracto, primitiva. Ahora su vocabulario entra en dos constituciones.

De todos modos, no tendría mucho sentido repetir con el Buen Vivir los mismos errores cometidos con el Desarrollo. En primer lugar, no tendría mucho sentido recibir el concepto con el mismo entusiasmo acrítico con que se recibió “desarrollo” en los años 50 y 60 del pasado siglo. En segundo lugar, tampoco tendría mucho sentido confundir la expresión de derechos o de principios ético-morales con la práctica de los mismos. De hecho, algunas políticas aplicadas por países que se acogen a dicha idea están reproduciendo, con su extractivismo por ejemplo, lo peor que tuvo en su momento el desarrollismo no-sustentable, economicista y ciego ante los problemas del futuro. Los derechos pueden ser subjetivos, sin que nadie pueda denunciar a quien no los respeta, y los principios ético-morales pueden quedar en bellas expresiones retóricas carentes de cualquier aplicación práctica a la condición real de los seres humanos.

Pero es que, además, si se atiende a lo ya publicado sobre dichos conceptos, no es fácil sustraerse a la impresión del déjà vu. Situado en el contexto de las distintas propuestas que se han hecho históricamente para mejorar las condiciones de los más necesitados, lo que ahora puede leerse sobre el Buen Vivir resuena notablemente con las ideas de Ernest F. Schumacher, “lo pequeño es hermoso” y “una economía como si los seres humanos importasen” publicadas en Inglaterra en 1973. También son perceptibles las sintonías con el “desarrollo a escala humana” de Manfred Max-Neef publicado en 1993 en castellano y en 1986 en inglés. Cierto que no son ideas idénticas (como no lo son las de Schumacher y las de Max-Neef), pero es innegable que tienen (las tres) elementos en común.

Sin embargo, estas y otras aportaciones académicas fueron eso: aportaciones dentro del mundo académico, universitario y de organizaciones internacionales sin impacto directo sobre la realidad aunque sí sobre el vocabulario dominante. La novedad es que esas ideas aparecen ahora en constituciones políticas haciendo válido el dicho de Keynes sobre los políticos que ponen en práctica las ideas de economistas muertos, aunque en este caso, Max-Neef sigue viviendo en su Chile. Poner en práctica, como se ha dicho, relativamente. Pero por lo menos se le ha dado un realce político que antes no tenía.

De todos modos, lo que parece más importante con Sumak Kawsay y Suma Qamaña no es tanto el contenido que, como se acaba de decir, no es tan extraordinariamente original. Lo que es importante es que provenga del vocabulario de pueblos originarios históricamente marginados primero por la Conquista y la Colonia y después, con la Independencia, por la República. Los pueblos originarios latinoamericanos sufrieron esa sucesiva marginación, con evidentes intereses económicos y muy curiosas legitimaciones ideológicas, pero produjeron muy pronto reacciones contra tal situación. Sus propios intelectuales o los que han optado por ser sus “intelectuales orgánicos”, han documentado ampliamente ese no-cambio que supuso la Independencia y se echan de menos textos como el del discurso del primer ministro de Australia, Kevin Rudds, en la apertura del Parlamento australiano en febrero de 2008, pidiendo disculpas a la nación aborigen por el trato infligido por los blancos durante tanto tiempo. La historia no es la misma, pero no por ello es menos ejemplar.

Sumak Kawsay y Suma Qamaña tienen, pues, importancia en primer lugar en el terreno simbólico: los que fueron marginados por conquistadores y criollos aportan ahora desde su visión del mundo palabras que pretenden colaborar con la solución de los problemas creados por aquellos. Y, en segundo lugar, porque señalan dónde han podido estar los errores del llamado desarrollo. El hecho de que hayan encontrado su camino para aparecer en estas dos constituciones puede ser una ocasión más para repensar el desarrollo, desde la periferia y no sólo desde el centro, y desde los marginados de la periferia y no sólo desde sus élites. El resultado es prometedor.

José María Tortosa. Instituto Universitario de Desarrollo Social y Paz. Universidad de Alicante

Notas

1 Alberto Acosta, Edgardo Lander, Eduardo Gudynas y otros, El Buen Vivir. Una vía para el desarrollo, Quito, Abya-Yala, 2009.

2 http://alainet.org/publica/445.phtml