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La Relación Material En La Destrucción de la Naturaleza

Una relación material a tener en cuenta

 



I –Una mirada desde el todo:

A propósito de nuestra realidad como pueblos colonizados, creemos que resulta necesario, desde el contexto de una Nueva Ciencia Política del Sur, reconocer la unidad materialista-dialéctica del proceso histórico-natural. Lo anterior, por las implicancias comprometidas, que exigen, la superación revolucionaria del conjunto de las relaciones sociales actuales por el modo de producción comunista. En este contexto, el socialismo debe comprender, en su proceso de destrucción, todas las contradicciones que impliquen enajenación.

Hasta ahora, hemos abordado desde nuestra óptica histórica, la actividad como el momento de existencia de la realidad social (1); en tanto, la práctica, ha acumulado contradicciones sociales que nos evidencian la dimensión del trabajo enajenado, en su consideración social y profundizamos de esa forma, la esencia del hombre.

Ahora bien, ello se ha mostrado en el carácter creador de la conciencia social; la cual, ha permitido dilucidar, a través, de sus formas -como interrelaciones específicas de un cuadro único-, que se han abordado principalmente, el ámbito de las relaciones sociales intersubjetivas; es decir, la esencia del hombre mediada por las necesidades del ser social que evidenciaban esta dimensión.

No obstante, como pueblos del sur, hemos perdido, de manera más dolorosa que otros, nuestro cuerpo orgánico que comprende, al humano-no humano; y por lo mismo, nos consta, por nuestra práctica acumulada, la vulnerabilidad de nuestra especie y la incertidumbre de la vida en el planeta. Esta consecuencia significa una contradicción a considerar.

Lo anterior explica el movimiento inclusivo-dialéctico de lo activo y así lo sintetiza Thalía Fung, al definirlo como la “concatenación de la interacción entre la naturaleza viva y la vida social por una parte, y por la otra, como sustancia de todas las transformaciones materiales, sin excluir los cambios en la naturaleza no viva…” (2). Con ambas consideraciones complementarias, imbricadas en una sola realidad, se nos permite visualizar, que la sociedad ha llegado a un estado de acumulación práctica que, evidenciada por la conciencia ecológica, le ha permitido ver a una determinada naturaleza y el incremento de lo activo como parte de su actualidad

Tal vez, Marx lo advirtió, y de manera profunda, sólo que, nos demostró que la verdad no está en la idea, sino en la práctica, pues no la había suficiente para leer, desde ella, la crisis ecosocial. Tal como Aristarco en el siglo IIII a.c. propuso el modelo heliocéntrico del sistema solar; sólo que no era una definición matemática-astronómica, sino práctica.

En tal sentido, Marx, en los Manuscritos Económicos y Filosóficos de 1844, ya nos presenta, al abordar la enajenación del trabajo, su claridad sobre la contradicción ecosocial que contiene el capital. De acuerdo a ello, Marx nos dice que el trabajo, no sólo produce mercancías, se produce a sí mismo y al obrero como mercancía ; por lo tanto, la relación social que circula en el mercado como una cosa, no sólo contiene lo anterior como proceso de desrealización del trabajador, sino que, además naturaleza cosificada (un plusecosocial(3)). Ésta se transforma en un simple medio que satisface la necesidad del capital de autorrepoducirse y con ello, a la vez, la muerte del hombre. De ahí que, con la mercancía circula una relación social que da cuenta, no sólo de la contradicción que habíamos observado: mientras más produce el trabajador MENOS TIENE, sino que además, hoy se le adiciona, MENOS ES.

Por tal razón, se le cosifica, al igual que la relación social mercancía, como un fetiche, un objeto externo un “fetichismo eco-social”(4). De ahí que la ha imaginado como un ente extraño y hostil que se le enfrenta y amenaza. Pero esta contradicción no había adquirido autonomía como una forma de la conciencia social, sólo estaba sustantivado en ellas lo intersubjetivo; mas sólo, al hacerse visible la contradicción, se adquiere conciencia de lo humano y no humano como unidad universal. De ahí la profundidad revolucionaria que, a nuestro entender, debe contener la Nueva Ciencia Política, pues la presencia de la conciencia ecológica, en la conciencia política, expresa una necesidad del ser social, que en última instancia, es determinante.

En este sentido, la dirección política, debe ir encaminada hacia, necesariamente, la transformación revolucionaria de todas las contradicciones que provocan la enajenación del hombre. Decimos esto porque, la unidad a superar como acto de la enajenación de la actividad humana práctica, del trabajo contiene los tres elementos analizados por Marx, primero, la relación del trabajador con el producto del trabajo como con un objeto ajeno y que lo domina; segundo, la relación del trabajo con el acto de la producción dentro del trabajo y, además, el trabajo enajenado, hace extraños al hombre de su propio cuerpo, la naturaleza, su esencia humana-no humana. Esta última ocasiona que el ser viviente genérico universal se autodisminuye al limitar la posibilidad de realizar su actividad vital trabajo como mediación socionatural, y por ende, la consecuencia es su propia auto eliminación como hombre.

La importancia que le damos a esto viene dada desde la consideración de la totalidad ideal marxista, en tanto, dentro de ella, la ubicamos en lo que se ha denominado, la base material. Lo anterior explica la motivación revolucionaria del enfoque. De ahí que, su toma de conciencia, desde la Ciencia Política del Sur, se hace imperativa.

Si se considera, desde esta perspectiva, la relación sociedad-naturaleza-naturaleza-sociedad, como un momento material esencial, podemos comprender la inversión que hemos reproducido al validar, ideológicamente, la enajenación que presenta a la naturaleza como un ajeno, como una cosa agotable. En este contexto, consideramos que, el abordaje del tema “ambiental” ha sido realizado, por lo general, de forma parcial e inclusive, marginalmente. Por el contrario, la Nueva Ciencia Política, debe plantearse el comunismo -como superación del modo de producción capitalista-, pero realizable y ello sólo es posible, si el socialismo, como etapa política consciente, elimina todas las bases de la enajenación. C ualquier omisión o paso táctico reformista, es un riesgo a la estrategia final.

II-Una mirada desde la parte y sus interrelaciones:

Lo que hemos expresado anteriormente, pretende ser parte de un debate, que re posesione a la relación sociedad-naturaleza-naturaleza-sociedad, en la base material y por lo mismo, que la considere determinante al momento de avanzar hacia soluciones históricas. Por consiguiente, un enfoque ecologista simplemente, puede ser visto, guardando las diferencias, como un ecologismo utópico, en el sentido de atender a las consecuencias. Tal como Marx no parte desde la pobreza, sino desde la esencia de ella, no se debe partir desde el agua agotada o los bosques talados; sino de la incompatibilidad de la mercancía con el hombre. Hay reflexiones muy profundas que demuestran la lógica de esta precisión en Marx, es así como, en las Glosas Marginales al Programa del Partido Obrero Alemán, señala La distribución de los medios de consumo es, en todo momento, un corolario de la distribución de las propias condiciones de producción. Y esta distribución es una característica del modo mismo de producción. … El socialismo vulgar (y por intermedio suyo, una parte de la democracia) ha aprendido de los economistas burgueses a considerar y tratar la distribución como algo independiente del modo de producción, y, por tanto, a exponer el socialismo como una doctrina que gira principalmente en torno a la distribución. Una vez que está dilucidada, desde hace ya mucho tiempo la verdadera relación de las cosas, ¿por qué volver a marchar hacia atrás?”.  

Entonces, la pregunta, ¿por qué volver a marchar hacia atrás y buscar avanzar desde las consecuencias?. La crisis ecosocial, está en la relación capital-trabajo, en la enajenación de la actividad humana práctica, del trabajo; en consecuencia, la Nueva Ciencia Política del Sur debe comprender toda la contradicción que representa la mercancía.

En definitiva, “ La desvalorización del mundo humano crece en razón directa de la valorización del mundo de las cosas. El trabajo no sólo produce mercancías; se produce también a sí mismo y al obrero como mercancía, y justamente en la proporción en que produce mercancías en general”(5). Y también, decimos nosotros, en cada mercancía hay un humano-no humano que deja de ser.

 

(*) Trabajo presentado en el XII Taller Internacional “Nueva Ciencia Política”, Cuba, 2009

(1) Valiosos son los aportes del autor Rigoberto Pupo que permiten comprender esta categoría, principalmente, desarrollados en su libro Rigoberto Pupo, 1990 La actividad como categoría filosófica, Editora Ciencias Sociales, Instituto del Libro, La Habana , (pág.13)

(2) Thalía Fung, 1990, Prólogo del libro La actividad como categoría filosófica, Pupo Ibíd.

(3) Denominación propuesta por la autora en la investigación plasmada en la Tesis para optar al grado de Doctora en Ciencias Filosóficas, “ La conciencia ecológica: una nueva forma de la conciencia social” Universidad de la Habana, Cuba. 2007. No publicada.

(4) ibid

(5) Manuscritos económicos y filosóficos de 1844.

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