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François Houtart

Reflexiones De François Houtart Sobre La Conferencia de los Pueblos Contra el Calentamiento Global

Conferencia mundial de los pueblos sobre el cambio climático y los derechos de la madre tierra

 

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Nouveaux Cahiers du Socialisme

 

Traducido por S. Seguí


Convocada por Evo Morales, tras el fracaso de la Conferencia sobre el Cambio Climático de Copenhague, convocada por las Naciones Unidas, y anterior a la de Cancún (México), que se celebrará en diciembre de 2010, tuvo lugar en Cochabamba, ciudad famosa por su lucha contra la privatización del agua en 1990, esta Conferencia Mundial de los Pueblos sobre el Cambio Climático y los Derechos de la Madre Tierra. En Copenhague se alcanzó un raquítico acuerdo, que algunos grandes países impusieron a la mayoría, y que, entre otros, Bolivia y Ecuador se negaron a firmar.

La originalidad del planteamiento de Cochabamba consistió en convocar conjuntamente a los movimientos sociales y los gobiernos. De hecho, sólo dos jefes de Estado estuvieron presentes: Evo Morales y Hugo Chávez, y dos vicepresidentes, los de Cuba y Burundi. Las delegaciones oficiales ascendieron a 47, además de algunas organizaciones internacionales, como la Secretaría de las Naciones Unidas. Estuvieron presentes 147 nacionalidades y hubo cerca de 35.500 personas inscritas, que superaron con creces las 15.000 que se esperaban. Más de 800 europeos y un número de africanos y asiáticos se vieron impedidos de tomar parte en el evento debido a la interrupción del tráfico aéreo por la actividad volcánica.

La Conferencia se celebró en la Univalle, una universidad privada situada en un suburbio de Cochabamba, que puso su campus y algunos cientos de estudiantes al servicio de esta actividad. Diecisiete grupos de trabajo –mesas– dedicados al tema central prepararon la declaración final y elaboraron informes sobre temas como los datos científicos, las causas estructurales del cambio climático, las migraciones y la deuda climática, los derechos de la Madre Tierra, un referéndum sobre el clima mundial, la creación de un tribunal internacional de crímenes contra la naturaleza, etc.

Un decimoctavo grupo de trabajo, éste no oficial, se reunió fuera del campus, en un restaurante, y trató de un asunto no incluido en la conferencia: la contradicción entre la protección de la naturaleza (la Pachamama) y las políticas extractivas (petróleo, gas y minería) de los países progresistas de América Latina. Los grupos ambientalistas e indígenas hicieron críticas muy duras, a la vez que, en general, reconocían los méritos de las políticas sociales de estos países.

También hubo cientos de talleres autogestionados, organizados por los movimientos sociales y las ONG, que se ocuparon de cuestiones diversas, tales como el papel de los bancos internacionales (Banco Mundial, BID, etc.), la cultura y el cambio climático, los glaciares, el agua, los efectos sobre la salud, los pueblos indígenas, además de muchos casos prácticos, como el Yasuní, en Ecuador (región de gran diversidad habitada por pueblos indígenas que alberga una enorme reserva de petróleo que el gobierno está dispuesto a no explotar, a condición de que la comunidad internacional le proporcione la mitad de los beneficios que la explotación pudiera aportar al país) o las operaciones mineras en Canadá, EE.UU., Australia y América Latina. La Asamblea de Movimientos Sociales también abordó varios aspectos de estos asuntos, y fue Vía Campesina quien tuvo el papel central, con su presidente indonesio, y el MST (Movimiento de Campesinos Sin Tierra) de Brasil.

El último día, una reunión conjunta entre los representantes de países y organizaciones internacionales y los movimientos y organizaciones no gubernamentales (sociedad civil) permitió la presentación de los resúmenes de varios grupos, que fueron comentados por los representantes de los diferentes gobiernos. En esta ocasión el ministro de Relaciones Exteriores de Ecuador, Ricardo Platino, informó de que su país y Bolivia habían sufrido una reducción de 2,5 millones y tres millones de dólares, respectivamente, de los fondos de cooperación de Estados Unidos por no haber firmado el Documento de Copenhague. El ministro aprovechó la oportunidad para anunciar que Ecuador estaba dispuesto a otorgar a EE.UU. la suma de 2,5 millones dólares si este país ratificaba el Protocolo de Kioto.

En su discurso inaugural, Evo Morales, dio el tono de la Conferencia. Es el modo de desarrollo, dominado por los principios del capitalismo, lo que está en juego, porque es destructivo para la Madre Tierra y las comunidades humanas. Hugo Chávez afirmó, en la conclusión, que sólo el socialismo podría aportar una respuesta completa. Evo Morales proporcionó ejemplos simbólicos de las insólitas consecuencias de un modelo productivista, a la vez que se preguntaba por qué los europeos se volvían calvos, mientras que los indígenas de América Latina mantenían su cabellera, atribuyendo, de manera muy inoportuna, los cambios en la orientación sexual de los hombres a las hormonas femeninas presentes en la dieta de los pollos producidos industrialmente. La prensa boliviana particularmente hostil al régimen del presidente Morales, se apropió inmediatamente de este maná mediático para sus titulares. La prensa internacional no iba a ser menos, y, desde el New York Times a El País, expresaron una vez más a qué nivel se sitúan los medios de comunicación social cuando se trata de denigrar un proyecto que cuestiona el sistema dominante.

En la ceremonia inaugural, la representante del Secretario General de las Naciones Unidas pronunció un discurso muy comprometido. A pesar de eso, fue abucheada por gran parte de la asamblea, no por el contenido de su discurso sino porque representaba una institución que había perdido su prestigio y credibilidad como resultado de la Conferencia de Copenhague.

La declaración final1

La declaración final incluye, después de dejar constancia de una serie de hechos, un conjunto de principios y propuestas concretas. En primer lugar, propone reconocer la Madre Tierra como fuente de vida y afirmar el principio de la armonía y el equilibrio entre todos y con todo. Sobre esta base, el sistema capitalista debe ser cuestionado por cuanto ha sembrado la muerte y la depredación, contrariando así la armonía con la naturaleza y entrando en contradicción con el respeto de la vida. En efecto, este sistema ha impuesto una lógica de la competitividad, el progreso y el crecimiento ilimitado en una búsqueda sin fin de lucro que separa al hombre de la naturaleza, establece un sistema de dominación sobre ésta y convierte todo en mercancía. En su lugar, es preciso crear un nuevo sistema, basado en los principios de la complementariedad, la solidaridad y la equidad, del bienestar colectivo y de la satisfacción de las necesidades de todos, en armonía con la Madre Tierra, que reconozca al ser humano por lo que es y no por lo que tiene. En efecto, sólo puede haber equilibrio con la naturaleza si hay equidad entre los seres humanos.

En términos prácticos, se decidió transmitir una serie de propuestas a la Conferencia de las Naciones Unidas de Cancún: la ratificación por todos los países industrializados del Protocolo de Kyoto; la reducción del 50% de las emisiones de CO2 para 2050, tomando como base los valores de 1990; la limitación a un grado centígrado de aumento, en lugar de dos, la temperatura global, a diferencia de lo previsto en Copenhague; una carta de derechos de los migrantes climáticos; y el fomento de la educación en asuntos ambientales y climáticos. También se propondrá a Cancún un conjunto de medidas concretas, tales como el desarrollo de una Declaración Universal del Bien Común de la Madre Tierra y la Humanidad, de la que se elaboró un proyecto, presentado por el padre Miguel D’Escoto, ex presidente de la Asamblea General de las Naciones Unidas, como base para la reforma de la ONU; un referéndum mundial sobre el respeto y el derecho de la naturaleza, cuyas preguntas fueron redactadas por el grupo de trabajo formado a este efecto; y, por último, el establecimiento de un Tribunal Internacional de Justicia Climática y Ambiental.

Cuestiones pendientes

Aunque la Cumbre de Cochabamba ha permitido plantear preguntas fundamentales y promover el pensamiento y las propuestas políticas, siguen pendientes, como en cualquier proceso en curso, una serie de cuestiones que deben resolverse en el futuro. Conviene mencionar dos, una de orden teórico y otra, práctico. Las reflexiones que siguen a continuación podrían servir como hipótesis de trabajo.

En el plano teórico, es la concepción de las relaciones entre la Humanidad y la Naturaleza lo que está en juego, y por tanto también el vocabulario utilizado. Sin duda no es el término Madre Tierra lo que ha planteado un problema; de hecho, ya había sido aprobado por unanimidad por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 2009, cuando el 22 de abril, fecha elegida también para la clausura de la Cumbre de Cochabamba, fue declarado Día de la Madre Tierra. Sin embargo, algunas voces pidieron, durante la Conferencia, una extensión del concepto. Es sobre todo, el texto de la introducción del documento de la Conferencia y algunos discursos, los que de forma muy explícita, iban más allá de lo metafórico, hasta asignar a la Madre Tierra las características de una persona viva, capaz de escuchar, responder, de ser amada, y, por esta misma razón, ser sujeto de derecho. La declaración final –el Acuerdo de los Pueblos–llama a la revalorización de la sabiduría y los conocimientos ancestrales de los pueblos indígenas, y a reconocer la Madre Tierra como un ser viviente con quien tenemos una relación indivisible, interdependiente, complementaria y espiritual. La declaración habla, entre otras cosas, del derecho de la Madre Tierra a la vida y la existencia, a ser respetada, a poder continuar sus ciclos y procesos vitales libre de alteraciones humanas, y a mantener su identidad e integridad con sus seres diferenciados e interactivos.

Es obvio que no se trata de cuestionar la necesaria armonía entre la Naturaleza y la Humanidad o la necesidad de regeneración del planeta, ni de aprobar el concepto capitalista de explotación destructiva de la naturaleza, de acuerdo con un desarrollo entendido como un crecimiento material ilimitado. No se trata tampoco de la necesidad de revisar una filosofía de esta relación que hace caso omiso de las otras especies vivientes y de la capacidad de reproducción del equilibrio de la naturaleza. No podemos aceptar tampoco el desprecio y la marginación de culturas pueden aportar a la humanidad de hoy una crítica salvífica, tanto de las relaciones de explotación que vehicula la lógica del capitalismo como del modelo de individualismo extremo del modelo de consumo, y de otros comportamientos que caracterizan a éste. No obstante, hay que reconocer que hay culturas diferentes. Querer expresar el cambio necesario sólo en términos de un pensamiento simbólico que tiende a identificar el símbolo con la realidad significa darse de bruces con una cultura caracterizada por el pensamiento analítico que sitúa la causalidad de los fenómenos en su ámbito específico, ya sea físico o social.

Las dos culturas existen en la actualidad. La primera con una riqueza de expresión que recuerda el poder del símbolo y la realidad de lo ideal, especialmente útil en el ámbito de la relación con la naturaleza, cuyos parámetros son perfectamente traducibles a conocimientos, actitudes y políticas, pero cuya visión del mundo es difícilmente asimilable por una cultura urbana e industrial en cualquier lugar del mundo. La segunda, que sin duda ha reducido la cultura a una racionalidad instrumental o una mera superestructura (la guinda del pastel, que diría Maurice Godelier), fortaleciendo así la lógica del capitalismo y contribuyendo a su reproducción, pero que ha permitido también el desarrollo de importantes conocimientos, útiles para resolver problemas prácticos y políticos. Al reaccionar ante las contradicciones del capitalismo, que lleva a la humanidad y la naturaleza al desastre, probablemente sería prudente permitir la expresión de diversas culturas, y aplicar el principio de la multiculturalidad en todas sus dimensiones.

Es sólo el comienzo de una reflexión, sin pretender imponer un marco de pensamiento sobre este tema, sino sólo abrir el debate y llegar a soluciones que permitan una lucha común en la diversidad y el respeto mutuo, lo que es particularmente importante en el aspecto jurídico. ¿Cómo definir el significado de los derechos de la Madre Tierra y hablar de un Tribunal Internacional de Justicia Climática y Ambiental? Obviamente, los conceptos jurídicos pueden evolucionar y el respeto de un equilibrio natural es esencial. Además, es preciso saber si se utiliza una metáfora para expresar una realidad concreta o si se crean nuevos conceptos para definir la armonía necesaria. Todo ello tiene consecuencias sobre la forma de formular el Derecho, precisar las responsabilidades y aplicar las sanciones.

La segunda cuestión es la planteada por el grupo número dieciocho, es decir, la contradicción entre las políticas extractivas y la defensa de la naturaleza política. Es evidente que la actividad minera implica un cierto grado de destrucción de la naturaleza, y que la producción y el uso de los recursos naturales producen daños ambientales. Por otra parte, no se puede pedir a Venezuela que detenga la explotación de su petróleo mañana mismo, o que Bolivia deje de producir gas o que Ecuador cierre sus minas de inmediato. Los ingresos de estas actividades forman la base de nuevas políticas, en particular en los planos social y cultural.

Una solución podría consistir en utilizar operativamente el concepto de transición y definirlo en términos políticos, tomando cuatro pautas básicas. En primer lugar, desarrollar una economía basada no en la extracción para la exportación, sino en el mercado nacional. Esto por supuesto, no se logra de hoy para mañana, y requiere el medio y largo plazo. Varios países ya están tomando medidas en este sentido. A continuación, establecer normas estrictas del punto de vista ecológico y social, a fin de limitar los daños a la naturaleza y garantizar el respeto de los derechos de las poblaciones. En tercer lugar, exigir de los países industriales (el Norte), para los que se lleva a cabo la mayor parte de las extracciones, que reduzcan el consumo de recursos naturales, sus emisiones de gases de efecto invernadero y apoyen los esfuerzos de los países del Sur en favor de la protección de la naturaleza y el respeto de los derechos sociales. Por último, establecer normas internacionales en estas áreas, sancionadas por un tribunal internacional, a fin de evitar que aquellos que cumplan estrictamente los principios de protección y equidad se vean penalizados económicamente. Sobre esta base, podrían conseguirse avances reales.

Lecciones de Cochabamba

La movilización popular en favor de la armonía entre la humanidad y la naturaleza, la Madre Tierra, es un requisito previo indispensable para que los responsables políticos tomen las decisiones necesarias. Con este fin, el diplomático mexicano a cargo de la preparación de la Conferencia de Cancún, Luis Alfonso de Alba, dio la bienvenida a todos los movimientos sociales. Algunos miembros de la delegación mexicana, sin embargo, no ocultaban su preocupación, temiendo que la presencia de estos movimientos perturbara la tranquilidad de los debates. Los presidentes Morales y Chávez han asegurado que presentarían los resultados de Cochabamba en sede oficial. El dossier no está cerrado, lo es quizás lo más importante.

François Houtart, sociólogo belga y profesor de la Universidad de Lovaina (Bélgica), es fundador del Centro Tricontinental (CETRI) y de la revista Alternatives Sud.

 

 

Indígenas y Nueva Civilización

Pueblos y Sumak Kawsay: Los indígenas y los nuevos paradigmas del desarrollo humano

(François Houtart)

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Adital -

Celebrar el 100° aniversario del nacimiento de Monseñor Leonidas Proaño, el obispo de los Indios, no se puede hacer sin recordar como desde una perspectiva espiritual, el abordo las dimensiones sociales y políticas de la situación de los pueblos indígenas, mucho antes del reconocimiento político de la realidad multinacional de la sociedad ecuatoriana, él hablo de la importancia del concepto, no solamente para el Ecuador, sino también para el conjunto del continente Latino Americano. Sus estrechos contactos con la OIT influyeron la redacción del Convenio 169 sobre los Pueblos indígenas y tribales, del 14 de Abril 1989. El resultado final fue la Declaración de la ONU sobre los Derechos de los Pueblos indígenas del 13 de septiembre 2007. Sabemos también todo lo que la Constitución Política del Ecuador de 2007 contiene como fruto del pensamiento promovido por Monseñor Proaño. Sin embargo, es importante hoy día alargar las perspectivas y desarrollar una dimensión global. Frente a la crisis multidimensional que vive la humanidad, Proponer regulaciones como lo hacen el G20 o aún la Conferencia Internacional de las Naciones Unidas de junio 2009, no basta. Se trata de encontrar alternativas al modelo de desarrollo económico, social y cultural que llevo el mundo al callejón sin salida que conocemos. Y por eso el renacimiento del pensamiento indígena tiene su importancia:

1. Los indígenas del continente americano:

La visión de pueblos anihilados e incapaces de reencontrar una razón colectiva de vivir ha sido totalmente abandonada, existió en la mente de los colonizadores y de sus descendentes y a veces también dentro de ciertos indígenas, pero no fue compartida por la memoria colectiva viviendo debajo de apariencias de sumisión o de ignorancia. La celebración del 500° aniversario de la conquista fue una buena oportunidad para acelerar una toma de consciencia nueva, que muchos actores sociales habían ya promovido, entre otros, Monseñor Proaño. Eso significó una salida de la clandestinidad y una afirmación pública de la dignidad de los pueblos originarios.

Al principio, la reenvidación era de tipo cultural: recuperar una identidad, erradicar la folclorización de la cultura indígena, afirmar su cosmovisión como diferente y no como atrasada. Sin embargo, rápidamente apareció la dimensión política del fenómeno y hemos visto en muchas partes del continente Latino Americano, manifestarse exigencias precisas de orden jurídico y territorial en Ecuador; la influencia política de las marchas indígenas marca en la historia contemporánea del país y fenómenos similares que se produjeron en Bolivia, Chile, Perú, Guatemala, Colombia y Nicaragua, sin hablar de México con el Zapatismo.

Muy rápidamente hubo un discurso económico que completo la visión indígena. No se puede decir que los movimientos de los pueblos autóctonos entendieron bien, al principio, la importancia de la dimensión económica, lo que provocó, en Ecuador, por ejemplo; alianzas políticas dudosas. Sin embargo, en varias sesiones de ellos, la confrontación con la lógica del capitalismo, a raíz de los problemas fundamentales de la destrucción de la vida de los pueblos, provocó un cambio ideológico. La alteración de los territorios por la búsqueda del petróleo, la explotación de las minas, la extensión del monocultivo, era tal, con el desarrollo neoliberal, que no fue posible evitar una reflexión y en consecuencia, protestas. Es así, que el documento más radical producido en el Foro Social Mundial de Belem (Brasil) de 2009, fue el texto de los Pueblos indígenas atribuyendo a la lógica del capital la destrucción de su vida.

2. La crítica del modelo de desarrollo

Lo que pasa en América Latina, y hasta ahora no en otros continentes, es el pasaje de la crítica a la elaboración de alternativas, seguramente todavía parciales, pero reales. La acción de los movimientos sociales se tradujo en política y avances revolucionarias han tomado lugar. Sin embargo estamos en una situación de transición por varias razones. Una, parte del modelo de desarrollo que predomina es diferente del neoliberalismo, pero con una concepción del crecimiento todavía influido por el pensamiento dominante. Se utilizan los instrumentos clásicos del capitalismo para medirlo o anticiparlo: el PIB, las exportaciones, las reservas de divisas, etc. Por otra parte; la crisis económica está afectando muchos países, aún los que iniciaron cambios importantes, y la falta de medios lleva los Estados a perseguir medidas clásicas, para asegurar sus ingresos.

De verdad, después de casi dos decenas de políticas neoliberales, una tarea principal es la reconstrucción del Estado, en particular para poder reanudar programas de alfabetización, de educación, de salud, de inversiones públicas, pero no existen modelos experimentados de otro Estado y la dificultad consiste en cumplir con esta tarea de reconstrucción y al mismo tiempo organizar un Estado, más democrático, participativo y respetuoso de las diferencias. De hecho, en muchos casos, se reconstruye un Estado bastante Jacobino para realizar políticas económicas de tipo "cepalino", es decir de producción local, pero dentro de una lógica todavía capitalista.

Al mismo tiempo surgen concepciones diferentes de desarrollo, como exigencias al escalón mundial y también en las prácticas de los nuevos Estados. Así, el principio de la multinacionalidad se encuentra en las constituciones de Bolivia y del Ecuador. En este último país decidió aún no explotar el petróleo del Yusani. El discurso de los movimientos indígenas insiste mucho sobre la necesidad de una otra concepción.

De ahí, las tensiones que provienen de contradicciones entre modelos de crecimiento: producir más o bien vivir. Por un lado, el aumento de la producción, aún en condiciones socialmente más justas y más aceptables para el entorno, significa concretamente poner en peligro el bienestar de partes importantes de la población, en particular los pueblos indígenas. Del otro lado, el « buen vivir » puede aparecer come el rechazo de un progreso destinado a ser aprovechado por el conjunto de la población.

De allí, la necesidad de un pensamiento dialéctico para orientar las soluciones: ni el desarrollo lineal de la modernidad capitalista, ni un fundamentalismo indígena con mira al pasado, sino una orientación nueva., teniendo en cuenta las exigencias de la salvación del planeta y de los pueblos. Por eso, los nuevos paradigmas de desarrollo deben ser propuestos y no hay duda que la cosmovisión de los pueblos indígenas puede contribuir a elaborarlos. Sin duda, eso exige una adaptación del pensamiento. La dificultad consiste en hacer la diferencia entre valores fundamentales de respeto de la tierra y de solidaridad humana expresada por las culturas indígenas y la manera como se manifiestan en sus expresiones.

No se trata evidentemente de comparar las culturas con juicios de valor, sino de manifestar la existencia de diferencias. Así, por una parte existen culturas caracterizadas por un pensamiento simbólico, donde el símbolo se hace realidad (personificación de las fuerzas naturales) y por otra parte, culturas analíticas que localizan las causalidades de los hechos en su proprio campo (natural o social). Las primeras conllevan una aprehensión holística de lo real, pero con dificultades de actuar con bastante eficacia sobre los elementos complejos de la naturaleza o de la sociedad. La segunda posición de elementazación grande de lo real, que pierde el sentido del conjunto y es aún capaz de destruir el universo para perseguir fines particulares y para acumular capital sin tener en cuenta las "externalidades" (daños ecológicos y sociales, que no entran en el cálculo económico). Es por eso, que debemos construir nuevos paradigmas para realizar el Bien Común de la Humanidad.

3. Los nuevos paradigmas del Bien Común de la Humanidad

La dimensión de la crisis climática y social lleva a la conclusión que las regulaciones del sistema financiero y monetario son solamente una mínima parte de la realidad. Son los fundamentos de la vida colectiva de la humanidad en el planeta que debemos revisar y traducir en nuevos paradigmas. Se trata primero de la relación entre los seres humanos y la naturaleza, teniendo en cuenta que hay solamente un planeta disponible para la humanidad. Segundo, entra en línea de cuenta la manera de producir lo necesario para la vida física, cultural y espiritual de todos los seres humanos (la economía). El tercer fundamento, es la necesidad de organizarse social y políticamente. Finalmente el último elemento es la lectura de lo real y la formulación de la ética necesaria a la cohesión social, es decir la cultura.

Cada sociedad tiene su manera de concebir la realización de estos fundamentos. Con la globalización neoliberal, es la concepción del capitalismo que llegó a constituir el « pensamiento único ». Este fue y es incapaz de afrontar, sino de manera parcial e inadecuada, los desafíos contemporáneos. Eso se verifica, por ejemplo a propósito de la crisis energética. Es la razón por la cual debemos proponer orientaciones nuevas y que el encuentro con las culturas indígenas es particularmente interesante.

La redefinición de los fundamentos para responder a estas necesidades puede ser expresada de la siguiente manera:

1. La utilización sostenible y responsable de los recursos naturales. Aquello significa otro enfoque de las relaciones entre los seres humanos y la naturaleza: pasar de la explotación al respeto de esta última, fuente de toda la vida. El concepto de la "pachamama" es particularmente adecuado.

2. Privilegiar el valor de uso sobre el valor de cambio. Luego, definir la economía como la actividad destinada a crear, dentro del respeto de las normas sociales (relaciones de producción) y ecológicas, las bases de la vida física, cultural y espiritual de todo los seres humanos sobre el planeta. El « buen vivir » es una filosofía muy útil en el respecto.

3. Generalizar la democracia a todas las relaciones sociales y a todas las instituciones. No solamente aplicarla y profundizarla en el campo político, con una nueva definición del Estado y de los organismos internacionales, sino también ampliarla al área de la economía, de la cultura y de la relación entre hombres y mujeres. El estado multinacional y la participación colectiva son principios de base.

4. La multiculturalidad, afín de darle la posibilidad a todos los saberes, a todas las culturas, a todas las tradiciones filosóficas y religiosas de participar en la definición del Bien común de la Humanidad y a la elaboración de su ética.

La adopción de estos principios permitiría de comenzar un proceso alternativo real frente a las reglas que presiden actualmente el desarrollo de la economía capitalista, a la organización política mundial y a la hegemonía cultural occidental y quienes causan las consecuencias sociales, culturales y naturales que conocemos actualmente. Los principios expresados desembocan sobre grandes orientaciones que es posible esbozar. En efecto, está claro que el respeto de la naturaleza exige el control colectivo de los recursos. Aquello requiere también de constituir los elementos, los más esenciales a la vida humana (el agua, las semillas…) como patrimonio de la humanidad, con todas las consecuencias jurídicas que aquello provoca. Ello significaría igualmente la toma en cuenta de las "externalidades" ecológicas en el cálculo económico.

Privilegiar el valor de uso exige una trasformación del sistema de producción actualmente centrado sobre el valor de cambio, con el fin de contribuir a la acumulación del capital considerado como el motor de la economía. Aquello provoca el restablecimiento de los servicios públicos, incluido en las áreas de salud y de la educación, es decir su « no mercantilización ».

Generalizar la democracia, especialmente en la organización de la economía, supone el fin del monopolio de las decisiones ligadas a la propiedad del capital, pero también la puesta en práctica de nuevas formas de participación que conviertan los ciudadanos en sujetos.

Aceptar la multiculturalidad en la construcción de los principios mencionados, significa no reducir la cultura a uno de solo de sus componentes y permitir a la riqueza del patrimonio cultural humano expresarse, de poner término a los brevetes monopolizadores del saber y de expresar una ética social en los diversos lenguajes.

Utopía! Si, ya que aquello no existe hoy día, pero podría existir mañana. Utopía necesaria, ya que es sinónimo de inspiración creadora de coherencias en los esfuerzos colectivos y personales. Pero también aplicaciones muy concretas, sabiendo que cambiar un modelo de desarrollo no se realiza en un día y su construcción demanda un conjunto de acciones individuales y colectivas las cuales evolucionan de forma diversa en el tiempo. Entonces ¿cómo proponer medidas insertándose en esta lógica y que podría ser el objeto de movilizaciones populares y de decisiones políticas? Muchas proposiciones ya han sido planteadas, pero se podría agregar otras.

En el plano de los recursos naturales, un pacto internacional sobre el agua, proveyendo una gestión colectiva (no exclusivamente estatal) correspondería a una consciencia existente de la importancia del problema. Otras orientaciones podrían ser propuestas: la soberanía de las naciones sobre los recursos energéticos; la prohibición de la especulación sobre los productos alimenticios; la regulación de la producción de los agrocarburantes en función del respeto de la biodiversidad, de la conservación de los suelos y del agua, y el principio, de la agricultura campesina; la adopción de las medidas necesarias para limitar, en el curso del siglo XXI, a un grado centígrado, la aumentación de la temperatura de la tierra, el control público de las actividades petroleras y mineras, mediante un código de explotación internacional, verificada y aprobada, concerniendo los efectos ecológicos y sociales (los derechos de los pueblos indígenas, entre otros).

A propósito del valor de uso, ejemplos concretos pueden ser dados igualmente. Se trataría de restablecer el estatuto de bien público, del agua, de la electricidad, del correo, de los teléfonos, del internet, de los trasportes colectivos, de la salud, de la educación, en función de las especificidades de cada sector. Exigir una garantía de cinco años sobre todos los bienes manufacturados, lo que permitiría de alargar la vida de los productos y de disminuir la utilización de materias primas y de la energía. Imponer un impuesto sobre los productos manufacturados que recorren más de 1000 kilómetros entre su producción y su consumo (adaptable según los productos) y que sería atribuido al desarrollo local de los países los más frágiles; reforzar las normas de trabajo establecidas por la OIT, sobre la base de una disminución de los tiempos de trabajo y de la calidad de este último, cambiar los parámetros del PBI, introduciendo en él, los elementos cualitativos que conlleven la idea del "buen vivir".

Las aplicaciones de la democracia generalizada son innumerables y podrían concernir todas las instituciones que pidan un estatuto reconocido públicamente, tanto por su funcionamiento interno como por la igualdad en las relaciones de género: empresas, sindicatos, organizaciones religiosas, culturales, deportivas. En lo que concierne al plan de las Naciones unidas, se podría proponer la regla de los dos tercios para las decisiones de "principio" y de la mayoría absoluta para las medidas de aplicación. En cuanto a la multiculturalidad, ella comprendería entre otros, la prohibición de patentar los saberes tradicionales; la puesta a disposición pública de los descubrimientos ligados a la vida humana (medícales y farmacéuticos); el establecimiento de las bases naturales necesarias a la sobrevivencia de culturas particulares (territorialidad).

Para concretizar este propósito, darlo una visibilidad y Contribuir a una coherencia teórica y práctica de las numerosas iniciativas que existen en estos sectores, la propuesta de una declaración universal del Bien Común de la Humanidad, basada sobre los cuatro ejes indicados, podría ser conveniente. De la misma manera que la Declaración de los Derechos humanos, ella podría tener un efecto similar.

De verdad los derechos humanos antes de haberse adoptado por la comunidad internacional han conocido un largo recorrido desde la revolución francesa y estadounidense. El proceso fue progresivo, hasta la tercera generación incluyendo una dimensión social. Bastante occidental en sus perspectivas, el documento fue completado con una Declaración africana y por una iniciativa similar del Mundo árabe. Sin ninguna duda ella ha sido muy seguida manipulada en función de intereses políticos, especialmente por las potencias occidentales. Pero ella continua siendo una referencia de base, indispensable a toda legitimidad política y una protección de las personas. Sin embargo debe ser completada, ya que está en juego la supervivencia de la humanidad y del planeta.

Utopía! Si, ya que aquello no existe hoy, pero podría existir mañana. Utopía necesaria, ya que es sinónimo de inspiración creadora de coherencia y de esfuerzos colectivos y personales. Pero también aplicaciones muy concretas sabiendo que cambiar un modelo de desarrollo no se realiza en un día y que su construcción exige un conjunto de iniciativas. Los pueblos indígenas de las Américas podrían contribuir a promover una tal propuesta, enriqueciéndola con sus propios puntos de vista. Sería un aporte valioso al Bien Común de la Humanidad.

Louvain-la-Neuve-Enero 2010


* Presidente del Consejo Administrativo del Centro Tricontinental (Lovaina-la-Nueva). Secretario Ejec. del Foro Mundial de las Alternativas. Repres. del Pres. de la Asamblea General de la ONU por la Reforma del Sistema Financiero e Monetario

Escandalosos Agrocombustibles en El Sur

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François Houtart, mientras recibía el Honoris Causa en la Universidad de la Habana

 

 

El escándalo de los agrocarburantes en los países del Sur

 


La idea de extender el cultivo de los agrocarburantes en el mundo y particularmente en los países del Sur es desastrosa. Ella forma parte de una perspectiva global de solución a la crisis energética. En los próximos 50 años tendremos que cambiar de ciclo energético, pasando de la energía fósil, que es cada vez más rara, a otras fuentes de energía. En el corto plazo es más fácil de utilizar lo que es inmediatamente rentable, es decir los agrocarburantes. Esta solución, al reducirse las posibilidades de inversión y al esperar ganancias rápidas, parece la más requerida a medida que se desarrolla la crisis financiera y económica.

Como siempre, en un proyecto capitalista, se ignora, lo que los economistas llaman, las externalidades, es decir, lo que no entra dentro del cálculo del mercado, para el caso que nos preocupa, los daños ecológicos y sociales. Para contribuir con un porcentaje entre el 25 a 30% de la demanda, a la solución de la crisis energética, se tendrá que utilizar centenas de millones de hectáreas de tierras cultivables para la producción de agroenergía en su mayor parte en el Sur, ya que el Norte no dispone suficientemente de superficie cultivable. Se tendrá, igualmente según ciertas estimaciones, que expulsar de sus tierras al menos 60 millones de campesinos. El precio de estas "externalidades" no pagado por el capital sino por la comunidad y por los individuos, es espantoso

Los agrocarburantes son producidos bajo la forma de monocultivos, destruyendo la biodiversidad y contaminando los suelos y el agua. Personalmente, he caminado kilómetros en las plantaciones del Choco, en Colombia, y no he visto ni un ave, ni una mariposa, ni un pez en los ríos, a causa del uso de grandes cantidades de productos químicos, como  fertilizantes y plaguicidas. Frente a la crisis hídrica que afecta al planeta, la utilización del agua para producir etanol es irracional. En efecto, para obtener un litro de etanol, a partir del maíz, se utiliza entre 1200 y 3400 litros de agua. La caña de azúcar también necesita enormes cantidades de agua. La contaminación de los suelos y el agua llega a niveles hasta ahora nunca conocidos, creando el fenómeno de «  mar muerto » en las desembocaduras de los ríos (20 Km² en las desembocadura del Misisipi, en gran medida causado por la extensión del monocultivo de maíz destinado al etanol). La extensión de estas culturas  acarrea una destrucción directa o indirecta (por el desplazamiento de otras actividades agrícolas y ganaderas) de los bosques y selvas que son como pozos de carbono por su capacidad de absorción.

El impacto de los agrocarburantes sobre la crisis alimentaria ha sido comprobado. No solamente su producción entra en conflicto con la producción de alimentos, en un mundo donde, según la FAO, mas de mil millones de personas sufren de hambre, sino que también ha sido un elemento importante de la especulación sobre la producción alimentaria de los años 2007 y 2008. Un informe del Banco mundial afirma que en dos años, el 85% de la aumentación de los precios de los alimentos que precipitó a mas de 100 millones de personas por debajo de la línea de pobreza (lo que significa hambre), fue influenciado por el desarrollo de la agroenergía. Por esta razón, Jean Ziegler, durante su mandato de Relator Especial de las Naciones unidas por el Derecho a la Alimentación calificó los agrocarburantes de « crimen contra la humanidad » y su sucesor, el belga Olivier De Schutter ha pedido una moratoria de 5 años para su producción.

La extensión del monocultivo significa también la expulsión de muchos campesinos de sus tierras. En la mayoría de los casos, aquello se realiza por la estafa o la violencia. En países como Colombia e Indonesia, se recurre a las Fuerzas armadas y a los paramilitares, quienes no dudan en masacrar a los defensores recalcitrantes de sus tierras. Miles de comunidades autóctonas, en América latina, en África y en Asia, son desposeídas de su territorio ancestral. Decenas de millones de campesinos ya han sido desplazados, sobre todo en el Sur, en función del desarrollo de un modo productivista de la producción agrícola y de la concentración de la propiedad de la tierra. El resultado de todo esto es una  urbanización salvaje y una presión migratoria tanto interna como internacional.

Es necesario igualmente anotar que el salario de los trabajadores es bien bajo y las condiciones de trabajo generalmente infrahumanas a causa de las exigencias de productividad. La salud de los trabajadores es también afectada gravemente. Durante la sesión del Tribunal Permanente de los Pueblos sobre las empresas multinacionales europeas en América latina,  realizada paralelamente a la Cumbre europea-latinoamericana, en mayo del 2008, en Lima, fueron presentados muchos casos de niños con mal formación, debido a la utilización de productos químicos en el  monocultivo de plátano, soya, caña de azúcar y de palmeras.

Decir que los agrocarburantes son una solución para el clima, está igualmente a la moda. Es verdad que la combustión de los motores emite menos anhidrido carbónico en la atmosfera, pero cuando se considera el ciclo completo de la producción de la transformación y de la distribución del producto, el balance es más atenuado. En ciertos casos, se convierte en negativo en relación a la energía fósil.

Si los agrocarburantes no son una solución para el clima, si no lo son que de una manera marginal, para mitigar la crisis energética, y si ellos acarrean importantes consecuencias negativas,  tanto sociales como medio ambientales, tenemos el derecho de preguntarnos porque ellos tienen tanta preferencia. La razón es que a corto  y mediano plazo ellos aumentan de manera considerable y rápidamente la tasa de ganancia del capital. Es por esto que las empresas multinacionales del petróleo, del automóvil, de la química y del agronegocio, se interesan al sector. Ellos tienen como socios al capital financiero (George Soros, por ejemplo), los empresarios y los latifundistas locales, herederos de la oligarquía rural. Entonces la función real de la agroenergía, es en efecto ayudar a una parte del capital a salir de la crisis y a mantener o eventualmente aumentar su capacidad de acumulación. En efecto, el proceso agroenergético se caracteriza por una sobreexplotación del trabajo, la ignorancia de las externalidades, la transferencias de fondos públicos hacia el privado, todo aquello permitiendo ganancias rápidas, pero también una hegemonía de las compañías multinacionales y una nueva forma de dependencia del Sur con respecto al Norte, todo aquello presentado con la imagen de benefactores de la humanidad ya que producen "energía verde". En lo que concierne a los gobiernos del Sur, ellos ven ahí una fuente de divisas útiles de mantener, entre otros, el nivel de consumo de las clases privilegiadas.

Por lo tanto, la solución es de reducir el consumo, sobretodo del Norte y de invertir en nuevas tecnologías (solar especialmente). La agroenergía no es un mal en sí y puede aportar soluciones interesantes a nivel local, a condición de respetar la biodiversidad, la calidad de los suelos y del agua, la soberanía alimentaria y la agricultura campesina, es decir, lo contrario de la lógica del capital. En Ecuador, el Presidente Correa ha tenido el coraje de detener la explotación  del petróleo de la reserva natural del Yasuni. Esperemos que los gobiernos progresistas de América latina, del África y del Asia, tengan la misma firmeza. Resistir en el Norte como en el Sur, a la presión de los poderes económicos es un problema político y ético. Por lo tanto, denunciar el escándalo de los agrocarburantes en el Sur se constituye en un deber.

[Autor del libro "La Agroenergía-Solución para el clima o salida de crisis para el capital?", Ruth Casa editorial y Ediciones Sociales La Habana, 2009.
Publicado en Alai].


* Presidente del Consejo Administrativo del Centro Tricontinental (Lovaina-la-Nueva). Secretario Ejec. del Foro Mundial de las Alternativas. Repres. del Pres. de la Asamblea General de la ONU por la Reforma del Sistema Financiero e Monetario